Por: Jorge Mario Arcila – IG: @jorgemarioarcila
La participación ciudadana ha sido clave en la historia para que los pueblos decidan sobre su destino, utilizando el voto y otros mecanismos han logrado definir su independencia, establecer gobiernos, relaciones internacionales, derechos y paz.
Votar no es solo un derecho de participación individual, sino un poder colectivo de transformación donde lo más valioso no ha sido únicamente el resultado, sino la certeza de que las comunidades tuvieron la posibilidad de expresarse y de construir juntas su futuro.
Esa capacidad de decidir fortalece la confianza en la democracia, legitima a las instituciones y refuerza el sentido de pertenencia frente a los proyectos colectivos, por eso la participación ciudadana es una oportunidad para que las comunidades se reconozcan como protagonistas de su propio destino. Cada vez que la gente se pronuncia, no solo valida las decisiones colectivas, sino que abre la puerta a nuevos consensos, a la construcción de confianza entre instituciones y ciudadanos, y al fortalecimiento de la democracia como un proyecto compartido. Participar es ejercer la voz propia, pero también es descubrir que juntos podemos imaginar, decidir y transformar nuestro futuro.
Para los 8 municipios que participaran de la consulta popular para la creación del Área Metropolitana del Valle de San Nicolas no es solamente marcar una casilla con un “sí” o un “no”, es la oportunidad única de sentir que su voz importa, que sus convicciones influyen en el rumbo colectivo, en la construcción compartida de futuro, allí radica la verdadera riqueza de la democracia.
Es cierto que la ausencia de Marinilla en esta jornada deja un vacío inmenso, pero también abre la puerta para insistir en que la participación ciudadana no es un privilegio, sino un derecho y un deber que fortalece el tejido social. No se trata de estar de acuerdo o en desacuerdo con un proyecto; se trata de que cada ciudadano tenga la posibilidad de pronunciarse, y de esta manera ser parte activa del destino de su territorio.
Por eso, más allá del contexto de aquello que sucederá este 9 de noviembre, Marinilla debe asumir un compromiso: mantener viva la convicción de que la voz ciudadana siempre debe estar presente. Nuestra tarea como comunidad es seguir defendiendo los espacios de participación, fortalecerlos y garantizar que nunca más quedemos excluidos de un debate que comprometa nuestro presente y nuestro futuro.
La democracia florece cuando la gente alza su voz, cuando las decisiones se toman de manera abierta, transparente e informada, cuando nadie queda por fuera. Ese es el mayor aprendizaje que nos deja esta coyuntura, que el derecho a decidir es una responsabilidad compartida y una práctica indispensable en el fortalecimiento de la gobernanza.
El momento de decidir ha llegado para ocho municipios, y pronto Marinilla tendrá su oportunidad de hacerlo; y así demostrar que en el Valle de San Nicolas somos capaces de construir nuestro futuro con visión y valentía. Votar por el SÍ es un acto de confianza en nuestra capacidad de unirnos, de debatir con respeto, de pensarnos como una región que le apuesta a un desarrollo acorde a nuestras realidades y necesidades.
Cada voto cuenta, cada voz suma, y este 9 de noviembre la mejor manera de honrar la democracia es acudir a las urnas y con nuestro voto, decir con contundencia que queremos un futuro compartido; porque decidir es participar, y participar es transformar.