Leyendo: Más que área metropolitana Oriente clama por un ejercicio responsable de la política en la gestión del desarrollo

Más que área metropolitana Oriente clama por un ejercicio responsable de la política en la gestión del desarrollo

Por: Jesús Gonzalo Martínez C.*

Si las experiencias históricas hubieran dejado enseñanzas diferentes en los  empeños por la configuración de la región de Oriente en los mejores términos para su armonización con acuerdos dirigidos al mayor aprovechamiento de las potencialidades del territorio, la riqueza de su suelo y los recursos naturales, la vocación trabajadora de sus gentes y sus talentos para el emprendimiento, la misma ubicación estratégica en el corazón de Antioquia y los cientos de medios para una privilegiada comunicación con otras regiones del país y el mundo contando allí  el Aeropuerto José María Córdova, la Autopista y el  gran río de La Magdalena, tal vez se podría creer que la configuración del Área Metropolitana podría representar un paso de avanzada.

Desde los mismos albores del siglo XX los antioqueños pensaron el desarrollo regional y la correlación en ello de las regiones de Oriente y el Valle de Aburrá; la carretera de Oriente y luego el Tranvía que sobre esta se puso a circular,  son dos ejemplos de los esfuerzos de aquellos tiempos, pero los fuertes anclajes de lo local y el gran arraigo del  poder de las identidades políticas dieron al traste con la iniciativa; en el caso de la empresa Tranvía de Oriente los municipios no hicieron oposición al proyecto, pero tampoco hicieron mínimo  esfuerzo para sacrificar en algo sus nichos de poder. El momento de aquella iniciativa para la actuación de las localidades en términos de región no pudo ser mejor, fue el del florecimiento de la industria antioqueña, pero aquello no se entendió.

En una reciente columna de opinión en este medio periodístico expresó el señor Alcides Tobón que “el verdadero reto es lograr acuerdos mínimos entre municipios para evitar que el desarrollo se traduzca  en una expansión urbana desordenada  y ambientalmente insostenible”, a lo que un juicioso técnico en la materia respondería que para tales fines no sería suficiente con dar el paso a la asociatividad sin que se produzca un profundo cambio en las prácticas políticas y se flexibilicen algunos rasgos en los posicionamientos locales, esto es, aquellos   de las rivalidades ancestrales, los cacicazgos políticos, los clanes familiares con fuertes arraigos a las tradiciones,  los celos de poder y las mismas concentraciones de nichos institucionales con marcados intereses burocráticos, además de algunos intereses que rondan en el aire como torbellinos no fáciles de identificar.

Así que esos intentos por forjar el desarrollo regional bajo ideales y esfuerzos compartidos solo han cosechado hasta el hoy fracasos e instituciones burocratizadas, sin ignorar que en los procesos de planificación la visión regional se deja ver en forma clara en intencionalidades. Seguramente hoy existe un mayor nivel de conciencia y se considere la planificación municipal como estrechamente ligada a la de la región a partir de una visión compartida, que no es más que una mirada histórica al proceso de construcción social y del territorio. Algunos planes departamentales y algunas propuestas adelantadas para la región constituyen ese nuevo marco de referencia histórica, tanto en la vocación de desarrollo como en las visiones propuestas, como por ejemplo la trazada en Visión Antioquia siglo XXI.

Los nuevos tiempos tienen exigencias que no admiten fracasos, pero es preciso resolver el cómo evitar lo ocurrido con hechos como la división del Departamento en las provincias de  Medellín, Córdova y Antioquia,  iniciativa enmarcada en la Ley del 16 de mayo de 1851, experimento de poca duración; cómo lograr un sistema de movilidad regional y de conexión con el Valle de Aburrá,  ideal que se quiso alcanzar con el Tranvía de Oriente; cómo lograr el empoderamiento no alcanzado  con el  Plan Regional de Desarrollo para el Oriente Antioqueño 1963-1970, estudio adelantado por el Instituto Colombiano de Planeación Integral y la Corporación Social de Desarrollo y Bienestar, plan que   propuso  como meta para el Oriente lograr el desarrollo de un tipo humano ideal,  con una  serie de metas, objetivos y acciones que consultaban la realidad del territorio y los recursos existentes y potenciales; es preciso  asimilar hoy iniciativas como la del Departamento Administrativo de Planeación de Antioquia en 1975 cuando se pretendió un proceso de sub-regionalización delimitando áreas  homogéneas a partir de variables relacionadas con aspectos ambientales, físico-espaciales, económicos, culturales y sociales, de lo que  surgieron los Centros Administrativos y de Servicios Regionales –CASER-, con objetivo concreto  en proporcionar un mecanismo de planeación y desarrollo para incorporar más dinámicas a las actividades socioeconómicas, construyendo formas de organización para facilitar los procedimientos administrativos y  operativos, así como la ejecución de políticas de desarrollo sectorial y regional haciendo énfasis en la inversión pública, principalmente en los servicios públicos,  Rionegro fue centro de uno de ellos, el  que igual fracasó por falta de recursos; recién creada Cornare se estableció la concertación para la definición de planes y proyectos  y a partir de ello se formuló el Protocolo  para el Desarrollo de la Región, 1991, el que estuvo orientado a promover  desarrollo sustentable a partir del equilibrio social y ambiental, instrumento que muy poco aportó. 

En los noventa se dieron condiciones favorables a la integración regional siendo fruto de ello el proyecto Pueblos, 1996, como resultado de un proceso concertado que interpretó la realidad territorial del momento, iniciativa que tampoco logró concurso de voluntades muy a pesar de haber propuesto el equilibrio entre los aspectos estructurantes del Ordenamiento territorial para el altiplano del oriente de Antioquia. En la primera década de este siglo se formuló el Plan Estratégico para un Pacto Social por el Desarrollo del Oriente Antioqueño – PLANEO-, en el marco del II Laboratorio de Paz, el que contempló cinco líneas estratégicas para el desarrollo de la región: Institucional, social, económica, territorial y de paz y convivencia. Más adelante, en el 2011, se conoció el Plan de Competitividad Regional hacia el año 2032 (Plan Regional de Competitividad 2011), trabajo impulsado por la Alcaldía de Medellín, el Área Metropolitana y la Gobernación de Antioquia, como proceso planificador pensando en el desarrollo de corto y largo plazo.  

Ejercicio planificador sí ha existido, mas no corresponsabilidad política y liderazgo para marchar a ese ritmo, de modo que desde allí no hay razón para decir que el área metropolitana pretendida sea necesaria, la que además padecería de cojera y legitimidad por el número de electores exigidos, algo que contraría el más mínimo fundamento democrático y pasaría por la mirada despectiva de las mayorías de los orientales.

* Bibliotecólogo y escritor rionegrero.

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