Por: Carlos Humberto Gómez
El año 2025 se ha caracterizado ser un escenario dinámico donde la gestión ambiental, lejos de detenerse, ha encontrado nuevos impulsos. Para la Corporación Masbosques, este contexto ha representado una oportunidad para consolidar su modelo ambiental, basado en un propósito claro e inquebrantable: actuar como el puente esencial que conecta a las instituciones públicas, el sector privado y las comunidades en torno a un objetivo común: la protección de los recursos naturales.
Jaime Andrés García, director de la corporación, en diálogo con La Prensa Oriente destacó cómo en medio de los desafíos actuales, la agenda ambiental se mantiene como un lenguaje común, una necesidad urgente que trasciende diferencias y une a diversos actores en un territorio que requiere atención constante.
La estrategia de Masbosques se ha expandido de manera significativa, estableciendo una gestión activa con doce de las treinta y tres Corporaciones Autónomas Regionales de Colombia. Este trabajo no se limita a la formulación de planes, sino a la implementación concreta de estrategias en el territorio. El abanico de acciones es amplio y especializado, abarcando desde los ya conocidos programas de Pago por Servicios Ambientales (PSA) y procesos de restauración ecológica, hasta un soporte técnico para las propias autoridades ambientales. La Corporación -dice-, ha desplegado equipos altamente capacitados en monitoreo de fuentes hídricas y agilización de trámites ambientales, apoyando en la revisión de expedientes, el manejo de procesos sancionatorios y la gestión de concesiones y permisos. Esta labor de apoyo institucional ha sido fundamental para entidades como la CARDER en Risaralda, con quienes se han desarrollado iniciativas modelo en PSA y conservación de fauna.

El corazón de la gestión territorial late con fuerza en la “Estrategia del 1%”. Lejos de ser un tecnicismo legal, este mecanismo, sustentado en la Ley 99 de 1993 y perfeccionado con decretos posteriores en 2016 y 2017, se ha convertido en la herramienta más idónea para llevar recursos directamente a las manos de los guardianes del agua. “La normativa obliga a municipios y departamentos a invertir el 1% de sus ingresos corrientes en la compra y mantenimiento de predios abastecedores de fuentes hídricas, pero su innovación radica en que también permite que esos dineros se destinen a pagos directos a las comunidades que se comprometen a conservar”, el desconocimiento de esta posibilidad por parte de muchos mandatarios locales ha hecho de Masbosques un actor crucial en una labor de pedagogía y socialización a lo largo y ancho del país.
El éxito de esta estrategia es tangible. En Antioquia, pionera en su implementación, se protegen más de 1.500 fuentes hídricas a través de acuerdos con más de 7.000 familias. Este modelo replicable ahora se socializa y ejecuta en departamentos como Valle del Cauca, Tolima —donde ya se opera en Ibagué— y Córdoba, demostrando que es una fórmula efectiva para reconocer económicamente la labor de conservación y, a la vez, fortalecer la economía rural. El proceso de vinculación es meticuloso y da prioridad al campesino que vive y trabaja la tierra, aquel cuya actividad principal es la agricultura o la ganadería y que enfrenta condiciones económicas desfavorables. El objetivo es claro, proporcionar un ingreso asegurado que incentive la conservación, optimice sus prácticas y, sobre todo, lo arraigue al territorio, revirtiendo la alarmante tendencia de migración y envejecimiento del campo colombiano.
La sombra que ampara y da cohesión a todos estos esfuerzos se llama Banco 2. Mucho más que un simple programa, Banco 2 es una metodología robusta, un ecosistema completo que integra un sólido componente técnico, una plataforma depurada durante más de una década y un esquema financiero confiable. Es el principal programa de PSA del país y el sello de calidad de Masbosques. Aunque en algunas regiones adopta nombres locales como «Más Verde» en el Tolima, su esencia y soporte son los mismos. Su impacto es nacional, 24 departamentos, más de 22.000 acuerdos de conservación y más de 400.000 hectáreas protegidas son el testimonio de su eficacia. Este crecimiento ordenado, que catapultó a la Corporación desde su origen en el Oriente Antioqueño hacia una proyección nacional, siempre estuvo en su ADN desde su creación en el 2003.
Consciente de que la conservación no tiene futuro sin relevo generacional, Masbosques, en alianza con la Gobernación de Antioquia, echó a andar la estrategia “Jóvenes pa’lante con el ambiente”. Este programa aborda una de las problemáticas más críticas del campo: la pérdida de entre dos y tres generaciones de jóvenes que han migrado a las ciudades. La iniciativa busca “enamorar” nuevamente a los muchachos entre 14 y 21 años, vinculándolos al monitoreo de la biodiversidad en sus predios a cambio de un incentivo mensual y, crucialmente, articulándolos con programas de educación superior gratuita como la UDigital, para formarlos con una visión destinada a quedarse y prosperar en el campo.

La visión de Masbosques no conoce fronteras. Su proceso de internacionalización avanza con pie firme en Perú, donde desde hace siete años trabajan en la escalabilidad del modelo Banco 2. “Nacionalizados en el país vecino y operando a través de un consorcio, exploramos la implementación de proyectos de créditos de carbono y biodiversidad para beneficiar a más de 1.500 familias en la norte amazonía peruana, llevando la experiencia colombiana a nuevos contextos”, dice Jaime Andrés García. Su participación activa en foros globales como la COP16 y de la Biodiversidad en Cali refuerza su compromiso por posicionar instrumentos económicos que permitan a las comunidades vivir dignamente de la conservación.
En este escenario, el sector privado es un aliado estratégico e indispensable. Su participación, ya sea voluntaria u obligatoria a través de compensaciones ambientales por grandes obras de infraestructura como el Túnel de Oriente o el Toyo, es canalizada hacia las comunidades. Empresas de todos los tamaños, desde Grupo Nutresa y Bancolombia hasta pequeñas firmas locales avícolas o inmobiliarias, encuentran en Masbosques un partner para articular sus estrategias de sostenibilidad y demostrar que en la conservación, todas las acciones, por pequeñas que parezcan, contribuyen a un resultado monumental. “En un año de desafíos, demostrasmos que la protección del ambiente es el lazo que puede unir a un país, convirtiendo la conservación en una causa común y económicamente viable para todos”, precisa el director ejecutivo de Masbosques.