Por: María Paulina Iral Comunicación social UCO, paulinairalcardona@gmail.com
24 de diciembre 2008, se acaba la carrera de encostalados y le pregunto a mi amiga, “¿qué le pediste al niño Dios?”; ella responde que una muñeca.
Antes de poder decirle cuál era mi deseo, escucho la voz de mi papá al micrófono hablándole a los niños de la vereda Bellavista en Guarne.
“Tenemos un invitado muy especial: don Tulio Torres. Él es benefactor del comité navideño y es uno de los que hace posible que celebremos estas fechas”.
Mientras los demás niños le prestaban atención, yo, que siempre he sido entrometida, quise ir a saludar a ese invitado tan importante como para interrumpir las conversaciones sobre regalos.
Me acerqué y me encontré con un señor con blanco en su cabello, una cámara dispuesta a retratar a mis papás y unos papeles que tenían impreso El Comunero.
Antes de hacer la foto le dije a mi papá que yo también quería salir; el señor de cabello blanco se reía mientras me acomodaba.
En ese tiempo yo no tenía muy claro quién era don Tulio y él tampoco podría imaginarse que 15 años después yo estuviera escribiendo sobre él y su periódico.
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Tulio Torres Zabala nació el 31 de mayo de 1931 en Yarumal, en las Minas de Berlín, corregimiento de Ochalí. Allí tuvo una niñez y una adolescencia sin muchos eventos destacables. Sin embargo, no desaprovechó la oportunidad de tener educación superior y estudió Administración de Empresas en Bogotá.
Durante los siguientes 40 años se destacó en el plano profesional, tanto en el sector privado, en la empresa Sherman de Colombia, como en el sector público como asesor presidencial durante el Gobierno de Virgilio Barco (1986-1990). Información que se escribió en la edición 303 de El Comunero, la publicación después de su muerte.
Pero los anteriores no fueron los únicos puestos que ostentó don Tulio. Fue concejal de Urabá y alcalde de El Plato Magdalena, además de liderar equipos de presidencia y otros entes gubernamentales, según me cuenta, con orgullo, su hija menor Mónica Torres. También relata que Tulio se casó con Sonia Ruiz con quien tuvo 3 hijos, Andrés; Sergio y ella, pero aproximadamente en los años 80 deciden separarse, manteniendo una relación de amistad.
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Después de cumplir con los arduos reglamentos para jubilarse en Colombia, Torres llega a San José, una vereda de Guarne que se ubica en lo que hoy es la vía que conduce al Aeropuerto José María Córdova.
Como era de esperarse y teniendo en cuenta su pasado, comenzó a hacer parte de la acción comunal y las actividades que allí se realizaban, Recuerda Yolanda Mejía, su amiga y aprendiz.
Un viernes cultural, tal como Tulio lo describió en su libro El Comunero Literario, se reunió en El Rancho de Acelere con dos de sus amigos en la vereda, Antonio Mosquera y Javier Cárdenas, para brindar y conversar de todo un poco. Dentro de esos temas variados se pone sobre la mesa el abrir un periódico que pudiera comunicar a la comunidad de San José las actividades sociales y culturales. Además de noticias que pudiera interesar a la población como el desarrollo vial, la situación política o las técnicas de cultivo, pero también fue una idea perfecta para divulgar la intención de Antonio por celebrar las novenas del niño Dios con toda la comunidad.
Luego de otros cuantos brindis, se concreta la idea. Es Javier el que aporta la máquina de escribir, Antonio se compromete a ayudar con la edición y Tulio era el encargado de escribir el periódico; pero faltaba algo fundamental por definir, el nombre. A comparación de muchos a los que pensar los títulos nos cuesta infinitamente, para ellos no fue tarea difícil. Decidieron homenajear a los compatriotas que protagonizaron la insurrección comunera de Guarne, el 17 de Julio de 1781 pidiendo libertad de comercio, poniéndole como nombre a esa idea de viernes, El Comunero de San José. Le comentaron la idea al alcalde de ese momento, Alfredo Naranjo, quien también dio su aporte y luego de escrito el primer ejemplar ayuda con $15.000 para sacar 100 copias, Antonio aporta $4.000 por 40 más y Javier y Tulio $1.500 por las últimas 10 copias para tener la primera edición de este periódico comunitario con 150 copias que fueron distribuidas gratuitamente a la comunidad el 29 de noviembre de 1995.
Desde la segunda edición, el 29 de diciembre de ese mismo año, se pudo sacar en imprenta y comenzó a tener anunciantes como la Notaria Única de Guarne, Supermercado El Cámbulo y Rancho de Acelere. Además de que Tulio invitó y motivó a 6 jóvenes de la vereda para que lo ayudasen y aprendieran del tema, fue así como Wilmer Mejía, Denis Ochoa, Jhon Jairo Ochoa, Gloria Ochoa, Sandra Ochoa y Humberto Ochoa conforman el primer grupo de pupilos de periodismo del señor Torres.

• Premio CIPA- círculo de periodistas y comunicadores sociales de Antioquia
• Asamblea departamental de Antioquia,2010
• Premio Orlando López a la comunicación en el Oriente antioqueño
FOTO ARCHIVO EL COMUNERO
En El Comunero Literario se recordó algunas ediciones de los 15 años que llevaba cuando fue escrito y fue allí en dónde Tulio recordó la cuarta edición, en febrero de 1996, en donde al nombre se le quita el apellido “de San José” y queda únicamente El Comunero para volverlo más universal y para que anunciantes de distintos lugares pautaran en el periódico.
En la sexta edición se adopta el cabezote que hasta ahora caracteriza al periódico e ingresa al consejo editorial Yolanda Mejía, hermana de Wilmer, quien fue la más constante y comprometida con el proceso, pudiendo aprender tanto como para ganarse una beca en periodismo, entrevistar personajes importantes de la política nacional, ser subdirectora de El Comunero y pasar de ser solo aprendiz para ser amiga de Tulio, relata ella tomándose un tinto frente a mí en una de las cafeterías que frecuentaba Tulio.
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Relatar las ediciones de este periódico sería casi tan largo como narrar los hechos de cada día de un año. El Comunero tuvo y sigue teniendo increíbles secciones que han marcado la historia del municipio.
Durante las primeras ediciones se contó con el correo sentimental, a cargo de Gloria Ochoa, que era un espacio en donde los guarneños cortejaban a quienes les interesaban. Se dejaban mensajes, cartas de amor, escritos de esperanza e incluso propuestas. Fue tan exitosa esta sección que, dos Guarneños (de los cuales no encontré nombres, pero cada una de las personas con las que conversé los recuerda) terminaron casándose.
La sección de cumpleaños que hacía sentir especial e incluso un poco famoso al que allí aparecía. El de las muertes recientes, que era tomado con tanta veracidad que el que no apareciera en este apartado era porque en realidad no había muerto. Y uno de los más importantes, la sección cultural, que para don Tulio era fundamental ya que siempre fue amante a la lectura y un gran escritor de prosa y poesía; para él era requisito abrir un espacio para que los procesos de la casa de la cultura, los escolares y los veredales tuvieran reconocimiento y difusión.

“Nosotros íbamos hasta las veredas más lejanas a hacer tomas culturales porque a don Tulio eso sí que le gustaba. Incluso, en ocasiones publicaba algo de lo suyo. Sin embargo, él no mostró ni la mitad de lo que escribió en su vida” recuerda Yolanda con una sonrisa en su rostro.
Como un escritor apasionado lo recuerda Julián Vélez, actual director de El Comunero, quien conoció a Tulio tres años antes de su muerte la mañana del miércoles 23 de diciembre 2020 en el Hospital San Vicente Fundación de Rionegro. “escribía en cualquier lugar, en servilletas y en pedazos de papel y después éramos nosotros, su equipo, quienes teníamos que intentar adivinar lo que había escrito”. Además, lo consideraba alguien muy exigente y muy seguro de sus intenciones con El Comunero.
Tulio durante un tiempo estuvo buscando a quién entregarle el periódico porque todo el tema de papeleos y normas lo tenían un poco aburrido, menciona Yolanda, pero nadie lograba cumplir sus expectativas. Hasta que llegó el día en que Mónica, su hija, le presenta a Julián Vélez que tenía experiencia de más de 20 años en El Colombiano y hacía poco había perdido su puesto.
Julián recuerda muy bien la frase que le dijo ese día, “con usted sí dejo El Comunero”. Y desde ese momento hasta pocos días antes de su muerte estuvo aprendiendo cuál era la intención, cómo se escribía, qué cosas se tenían que incluir, qué era lo que no podía faltar, cómo dirigir y hacer funcionar ese periódico.
Durante 3 años estuvo caminando cada lugar con Tulio, hablando con las comunidades, conociendo a la gente, teniendo en cuenta los contactos, identificando con quién ir para determinado tema. “Al principio, empezamos a escribirlo los dos para que yo tuviera claro cómo hacerlo, luego lo escribí yo solo, pero él siempre estuvo ahí para tacharme cosas y decir que no iban”, Recuerda, como si fuera ayer, el actual director.
Pero no es el único que presenció su exigencia, Janeth Pavón quien ingresó desde la edición N° 23 como diseñadora, también recuerda a Torres como un hombre seguro de lo que quería e incluso un poco reacio a recomendaciones que lo contradijeran, pero sabiéndolo llevar se dejó aconsejar con la imagen del periódico y en la actualidad, Janeth sigue diseñando El Comunero con las ideas originales que él tenía.
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Hablar de El Comunero sin hablar de Tulio Torres es imposible como también lo es la acción contraria.
El Comunero tiene toda esa exigencia y personalidad directa que Torres le inculcó, pero entre sus características más valiosas, sin duda está la entrega a la comunidad.
“Tulio me devolvió el amor por el periodismo base, por la reportería”, señala Julián, que es periodista egresado de la Universidad Bolivariana y antes de llegar a El Comunero contaba con la experiencia de 28 años trabajando en El Colombiano haciendo desde periodismo deportivo, pasando por editorialista hasta ocupar un puesto en la dirección de aquel reconocido periódico.
Con El Comunero se recorren las casas, las calles, las alcaldías, los cafés y las veredas porque se escucha, verdaderamente, a la comunidad. Fue y sigue siendo un periódico de la gente, que solo quiere, tal como Tulio anhelaba, un Guarne mejor; un Guarne que evolucione.
Tulio escribió en la primera edición:
“cuando veíamos que la administración municipal se dedicaba solo a tapar goteras, a destapar alcantarillas y otras pendejadas, con una carencia absoluta de macro-proyectos, nos ha sorprendido ver que marchan algunas obras, de las cuales hay dos que nos llamaron poderosamente la atención:
- La instalación de los contadores para el acueducto en la zona urbana
- Una febril actividad para actualizar el Catastro Municipal, sobre todo en la zona rural.
Felicitaciones, señor alcalde, y dos sugerencias por ahora:
- Agua potable para el pueblo y las veredas
- No olvidar que los mejores alcaldes han sido los ambientalistas y por eso debe frenar en seco la contaminación urbana de la mosca y nombrar alcaldes verdes en todas las veredas”

La cita anterior demuestra la intención de Tulio para que El Comunero hiciera veeduría y crítica de lo que debía hablarse en el municipio.
Este escrito puede seguir con otras 1000 palabras hablando de lo que ha significado El Comunero para la región, sus premios, sus ediciones y sus anécdotas. Pero para eso qué mejor que leerlo.
Este escrito en realidad, pretende mostrar que hacer correctamente periodismo no es una tarea tan imposible como nos la han planteado. No sobra aclarar que con esto no es que esté afirmando que sea un periódico perfecto o que jamás haya cometido errores. Pero sí es un buen referente para los que iniciamos en el mundo periodístico.
Tal como a Julián, Tulio nos debe recordar ese amor básico por la profesión y El Comunero nos enseña la entrega y la importancia de comunicar correctamente. El periodista tiene una gran responsabilidad que es darle herramientas a los lectores para que puedan opinar y tener un juicio de valor con respecto a lo que sucede en sus territorios. No podemos olvidar que nuestro compromiso está con la gente, con la verdad, con la información.
Hace 15 años mientras estaba de entrometida en una foto que se publicaría en el periódico más importante de mi municipio, yo no podría imaginar que llegaría a formarme como periodista y mucho menos, que tenía al frente, a un señor que se convertiría en uno de mis referentes.
Con mucho amor, para homenajear a Tulio Torres Zabala.