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Especial

“Los milagros sí existen”: Gloria Morales, una historia de fe

18 diciembre, 2019
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Emmanuel depende 100% de los cuidados de su madre. Ella dedica la mayor parte del día a suministrar los medicamentos indispensables para su bienestar.
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Por: Johanna R. Atehortúa

Una mañana del 3 de abril de 2013, arrodillada frente al altar de su casa en el municipio de La Ceja, Gloria Morales se dispuso a realizar sus oraciones como constantemente lo hacía. De repente, en medio de su conexión con Dios, un mensaje en su interior le cambió la vida por completo.

“he venido a preparar tu espíritu porque vas a recibir una prueba de dolor con tu hijo, pero no te preocupes que yo enviaré mi espíritu para que te fortalezca, nunca vas a estar sola en ningún momento”, fueron las palabras que escuchó, por medio de uno de los carismas que ella asegura tener.

En silla de ruedas, Gloria alcanzó a proyectar en la mente a su hijo mayor, Emmanuel Vallejo, una visión que sin esperar se cumpliría un día después.

Era un 4 de abril de 2013, cuando Gloria Morales salió de su casa para llevar a su hija menor de 7 años al colegio. Al regresar de nuevo, llamó a Emmanuel para que tomara su desayuno como normalmente lo hacía, y como no obtuvo una respuesta de su parte, decidió ir hasta su habitación donde se encontró con un arrume de cobijas organizadas intencionalmente para que quien entrara viera que había alguien allí durmiendo. Gloria se inquietó un poco, pues era la primera vez que Emmanuel hacía eso; sin embargo, a pesar de su preocupación, pensó que se había ido a trabajar muy temprano.

Emmanuel, quien entonces tenía 22 años, era un joven tímido y callado, así lo describe su madre. No quiso terminar el bachillerato porque no encontraba motivación en el estudio, se quedó en el grado séptimo. Años después, al cumplir su mayoría de edad, empezó a trabajar arreglando jardines. Según su madre, que siempre fue cabeza de hogar y respondía por todas las necesidades de sus hijos, el joven Emmanuel llevaba una vida tranquila, salía y entraba de la casa constantemente, aunque ella no se enteraba de los pasatiempos de su hijo por el extenso horario de su trabajo.

A raíz de esto, Gloria esperaba conseguir un nuevo empleo donde pudiera estar más pendiente de sus hijos, y así fue, aprovechando uno de sus dones en el canto, empezó a trabajar por contratos entre ellos con la Central Integradora de Transportes de La Ceja, lugar donde se encontraba el día del accidente de su hijo.

El día del accidente

Eran las 6:30 p.m. de aquella tarde de abril, cuando Gloria recibió una llamada del comandante de Bomberos.

­- Buenas tardes señora, ¿sabe dónde se encuentra su hijo? – preguntó el comandante

– No, no sé, ¿por qué? – respondió Gloria

– Venga lo más rápido que pueda a la clínica -San Juan de Dios de La Ceja-, porque recogimos a su hijo en un estado muy grave y necesitamos que venga para que alcance a despedirse de él – agregó el comandante de Bomberos.

En medio de su desesperación y dolor, Gloria pidió que la llevaran a la clínica, donde pudo comprobar el grave estado en que se encontraba su hijo, en la unidad de cuidados intensivos (UCI) donde lo estaban reanimando.

Eran las 10:00 p.m. cuando pudo entrar a ver a Emmanuel conectado de un montón de aparatos, y su rostro, y cráneo desfigurados.

Razón del accidente

Años antes del accidente, Emmanuel le pedía a su mamá constantemente una bicicleta de cross; pero por anécdotas de su niñez, cuando a sus 7 años tuvo un incidente con un vehículo que dejó la bicicleta completamente destrozada, Gloria nunca quiso volver a regalarle una, había algo en su corazón que no le dejaba hacerlo. Un día, Emmanuel le respondió: “ah no madre, tranquila, no me la dé que yo me la consigo”, y así fue, logró que sus amigos le prestaran una bicicleta para practicar el Gravity Bike, una peligrosa actividad que consiste en descender desde partes altas de una autopista o lugar con una bicicleta modificada que en su mayoría va sin frenos. En aquel entonces se le denominaba “descolgar”.

Gloria nunca supo que su hijo se dedicaba a practicar Gravity, hasta que un día, después de cantar para el funeral de un joven que falleció a causa de esta modalidad, Emmanuel decidió contárselo. Ella nunca estuvo de acuerdo, le aconsejaba que estaba poniendo en riesgo su vida y la de muchas personas, pero Emmanuel le respondía que la adrenalina que sentían al bajar les hacía perder el miedo a todo, así que Gloria nunca pudo evitarlo.

El día del accidente, Emmanuel salió desde temprano, no se supo si había ido a trabajar o a “descolgar”, pero su intención de poner las cobijas de manera que su mamá pensara que estaba acostado, la dejó muy preocupada.

“El accidente ocurrió en una curva cerrada, subiendo una pendiente de Flandes, por una vía alterna de El Retiro-Payuco”. Las personas que estuvieron alrededor del suceso dieron su testimonio de que el joven al tratar de esquivar una volqueta, se desvió de la carretera donde se estrelló contra un poste.

Según relata Gloria, “el choque le creó un trauma intracraneal severo con secuelas neuropsiquiátricas motoras y cognitivas, quedó con atrofia bilateral de ojos, el ojo izquierdo lo perdió y el derecho presenta un daño en el nervio óptico, además, quedó con trastorno severo de la visión, oxígeno dependiente y postrado en cama completamente”.

“Los milagros sí existen”

Fe y oración se siente en cada rincón del hogar de Gloria Morales y Emmanuel

Cuando Gloria supo lo del accidente de Emmanuel, una de las cosas que logró recordar fue el mensaje que Dios le había dado un día antes y que tristemente se estaba cumpliendo. En medio de su dolor, repetía en su mente las últimas palabras del mensaje que le daban esperanza para continuar: “no te voy a dejar sola, nunca te abandonaré”.

Luego de que Emmanuel pasara casi 25 días en la UCI, y de que todo el equipo médico le diera cada día malas noticias respecto a la salud de su hijo, Gloria se acostumbró a pararse frente a una ventana de la clínica donde le oraba a Dios constantemente para que no dejara que su hijo muriera en pecado.

Al salir del estado de coma, los médicos trasladaron a Emmanuel a otro piso de la clínica donde se llevaron a cabo otros procedimientos. Unos días después, el médico intensivista le dio a Gloria otra dolorosa noticia: necesitaban desconectar a su hijo, porque según él ya habían hecho todo lo clínicamente posible para salvarlo y el paciente no reaccionaba, para esto necesitaban la autorización de ella, quien se negó completamente, porque no pensaba quitarle a su hijo la oportunidad de purificarse. “Si usted lo quiere desconectar, hágalo usted, pero no con mi autorización”, le respondió Gloria al médico, sin saber que al otro día encontraría a su hijo desconectado.

En medio de su desesperación, al pensar que su hijo ya había muerto, empezó a llamar a las enfermeras, que le dieron la noticia de que su hijo a pesar de haber sido desconectado, no había muerto, respiraba por medio de la traqueostomía que le habían realizado. Gloria le explicó a La Prensa que “no lo podía creer y seguía cada vez más convencida de que Dios nunca la abandonaría; sin embargo, en aquel instante iniciaba otra de las etapas más duras”.

En los dos meses y medio que Gloria tuvo que acompañar a su hijo en la clínica antes de que le dieran de alta, atravesó los más fuertes momentos: Emmanuel abrió los ojos y no la reconoció, no podía comer, ni hablar, le dieron infecciones, otras enfermedades y empezaron las convulsiones, pero “su amor de madre la llevó a llenarse de fuerza y con la ayuda del Dios al que siempre le pidió misericordia, terminó impulsando a su hijo a superar etapas que los médicos aseguraban que eran imposibles para pacientes como él”.

Gloria, sin el permiso de los médicos y a escondidas de ellos, le enseñó a comer a Emmanuel, a comunicarse con señas creadas por ella y a que la reconociera como su madre. Pero su gran reto era lograr que su hijo hablara, y frente a aquella ventana, Gloria volvió a “pedirle a Dios que le ayudara con este deseo que milagrosamente se dio, gracias a dos jóvenes seminaristas que llegaron de la nada a hacerle una oración a algún enfermo y fueron enviados a la habitación 108 donde se encontraba Emmanuel”. Gloria aprovechó para comentarles que su hijo tenía disartria, es decir, que no era capaz de desatar las palabras, no podía hablar. En aquel momento no sucedió nada, pero 7 meses después, Emmanuel empezó a hacer unos sonidos recurrentes, hasta que dijo ‘mamá’.

A Gloria le han sucedido más de estos milagros, como ella los ha denominado. Un día tuvo que ir a su casa a lavar la ropa de Emmanuel, pero se encontró con que le habían cortado los servicios, su única opción fue lavarla en el baño de la clínica. “De repente, llegó un señor muy alto, vestido completamente de blanco que le regaló 50 mil pesos que utilizó para pagar el agua. A ella le pareció sentir en él una presencia divina”. Otro día, -explica- después de suplicarle a Dios que no la abandonara, pues no tenía nada de dinero ni de comida, recibió una ayuda de la clínica donde le dieron el almuerzo y la comida mientras a Emmanuel le daban de alta. Días antes de que enviaran a su hijo a la casa, los médicos le dijeron a Gloria que debía conseguir un colchón antiescaras y una silla de ruedas para el paciente, y al no contar con los recursos para conseguir los elementos, le volvió a pedir ayuda a Dios, quien se los envió por medio de una mujer que había perdido a su padre y ya no necesitaba de estos elementos.

Así como estos testimonios, Gloria tiene un sinnúmero de relatos que dan cuenta de su historia de fe, pues a pesar del dolor y de los duros momentos que tuvo que atravesar, dice que “Dios siempre estuvo escuchando sus oraciones y enviándole del cielo cada cosa que necesitaba. Sabe que esto fue una prueba de dolor que le ha dejado muchas lecciones, no solo a ella, si no a las personas que la conocen, y siente que ha sido un instrumento para llegar al corazón de muchas personas y jóvenes”. Ahora, 7 años después del accidente, está segura de que su hijo se encuentra purificado y libre de pecado.

“Yo, con mis ojos he visto la gloria de Dios, porque todo lo que he hecho aquí en la tierra en oración ha bajado del cielo en bendición”, declaró Gloria Morales.

 

 

Johanna Ramirez Atehortua 18 diciembre, 2019
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