Ana María Henao Osorio
Gerente Zona Bici
El estatus se define como la posición que una persona ocupa en la sociedad o dentro de un grupo social, casi siempre vinculado a condiciones socioeconómicas. En términos de movilidad, en los últimos 50 años ha predominado en el mundo la creencia que aquellas personas con vehículos motorizados adquieren un mayor estatus, situación que en algunos lugares del planeta viene cambiando debido a que prevalecen acciones que conducen al buen vivir, a la sostenibilidad de los territorios, a los riesgos comprobados del cambio climático y a priorizar el bienestar humano de las generaciones presentes y futuras.
La bicicleta es considerada actualmente como uno de los medios de transporte predilecto para transitar las ciudades, principalmente en países como Holanda, Dinamarca y Alemania. No siempre fue así, después de la Segunda Guerra Mundial el auge del vehículo impregnó el progreso volcando el desarrollo de ciudades con prelación sobre el automóvil, escenario que no fue ajeno a las ciudades latinoamericanas y colombianas. Nuestro Oriente antioqueño adoptó esta tendencia de planificación privilegiando los medios motorizados.
En nuestra región, específicamente en el altiplano del Oriente antioqueño, miles de empleados vinculados a la floricultura han utilizado la bicicleta como principal medio de transporte para desplazarse de manera cotidiana hasta sus sitios de trabajo en los últimos 40 años. Las motivaciones para hacerlo han sido el bajo costo y el aprovechamiento de las ventajas comparativas del territorio. En estas cuatro décadas estas personas con su desplazamiento silencioso han hecho importantes contribuciones a la región, como reducción de gases contaminantes a la atmósfera (en comparación si hubieran utilizado medios motorizados), han mejorado su bienestar físico y emocional y optimizado sus recursos económicos, en aras de la construcción de sus familias.
Por años estas personas se volvieron paisaje, han transitado de manera casi desapercibida para todos: ciudadanos, autoridades locales, instituciones para el desarrollo, empresa privada. Hoy, afortunadamente y con esperanza de mejores territorios, la región gestiona, mediante administraciones departamental y municipales, empresa privada, instituciones académicas y alianzas público–privadas, proyectos que generen condiciones de infraestructura, movilidad, conservación de recursos naturales y desarrollo económico con enfoque para los peatones y medios no motorizados como la bicicleta.
Nos falta involucrar en esa gestión de proyectos el conocimiento que por años han generado miles de empleados en su transitar diario en bicicleta. Qué maravillosos aportes harían para la construcción de ciclo-infraestructura que motiven a otras personas a usar este medio de transporte. Ese conocimiento en el que pueden identificar cuáles son las rutas más seguras y las más cortas, los cruces que generan más riesgos y dónde se sienten más vulnerables, y entre otros, los beneficios físicos y emocionales que han experimentado al montar en bicicleta. Aportes tan valiosos para complementar la formulación de proyectos que usualmente se hacen desde escritorios.
Debemos un reconocimiento a estas personas por el invaluable aporte, que, sin saberlo, han realizado a la región. Son ellos los que otorgan estatus a la bicicleta y a la movilidad sostenible.
Nuestro desafío: más empleados del Oriente antioqueño desplazándose en bicicletas a sus sitios de trabajo por un territorio sostenible.
*Las opiniones expresadas en esta columna de opinión son de exclusiva responsabilidad de su autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de La Prensa Oriente