José María Cuervo Jaramillo
Los líderes sociales son los que más cerca están de sus comunidades, atentos a la gestión con las administraciones municipales para resolver problemas que a diario se presentan como el abastecimiento de agua, mantenimiento de vías, tratamiento de los desechos sólidos, mejoramiento de vivienda de los más necesitados… Ellos mantienen sus buenas relaciones con los funcionarios municipales y son acatados por estos como fuerzas vivas de barrios y veredas.
Los líderes sociales sienten en carne propia las carencias que agobian a sus gentes por estar arraigados al terruño donde están sus tradiciones, creencias y costumbres, y con su accionar desinteresado buscan la transformación de sus lugares en lo físico y en lo social.
En lo físico, reclamando el mejoramiento de la infraestructura y promoviendo los convites, en donde se motiva la participación en el trabajo, como ha sido la esencia de la acción comunal, y en lo social, acompañando a sus comunidades en la resolución de problemas que tienen que ver con la salud, la vivienda, la educación y la recreación de sus congéneres.
Estas excelentes personas son reconocidas como líderes naturales, queridas y admiradas por su ferviente apostolado, sin buscar prebendas ni reconocimientos; no tienen salario ni seguridad social, pero están siempre presentes para el servicio de sus comunidades. Lastimosamente, el conflicto social que vive nuestro país los tiene en un situación adversa, porque las organizaciones criminales los ven como un obstáculo en su accionar delictivo.
Con asombro registramos a diario en las noticias asesinatos de estos servidores incondicionales, sin que haya un freno efectivo de su accionar violento por parte de las autoridades. Hasta cuándo tendrán que decir al César ¿“Los que van a morir te saludan”?