Natalia Marcela Montoya Alzate, comunicación Social UCO.
La creciente demanda de cultivos de hortensia en El Carmen de Viboral ha derivado grandes beneficios económicos a campesinos, debido a que este oficio genera más ingresos que la agricultura tradicional. La papa, el frijol, la zanahoria y el maíz vienen siendo desplazados por predios de flores, que suman en total 350 hectáreas. Este panorama también se ve reflejado en todo el departamento, donde la hortensia tiene una participación del 25,3 % superada por el crisantemo con un 33,8 %. Esta dinámica obliga a que la vocación agrícola vaya disminuyendo debido a que obedece a una economía global.
De acuerdo con el Instituto Colombiano Agropecuario ICA, en el Oriente antioqueño “se presentó un incremento del 49% en las solicitudes del registro para la producción, importación y/o exportación de las especies de plantas ornamentales, en comparación con el año 2016”.
El uso de agroquímicos
Según la revista Dinero, los principales destinos de exportación son: Estados Unidos con un crecimiento del 9 % en valor, llegando así a los US$ 627 millones y Japón, que registró un aumento de 10,3 % en valor y llegó a un poco más de US$ 27 millones. Otros de los mercados que registraron un buen dinamismo fueron Reino Unido, Canadá, Rusia y Holanda.
En relación con la región del Oriente antioqueño, según Cornare, la floricultura tiene lugar en dos de las sub-regiones del Oriente: en San Nicolás donde se produce el 94 % de las cosechas de hortensia, y Páramos que participa con el 6 % restante. La mayor cantidad de área cultivada para floricultura se ubica en El Carmen de Viboral, y le siguen La Unión, Rionegro y El Retiro. En conjunto en estos cuatro municipios se generan aproximadamente 11,968 empleos, que promedian una ocupación de 3 %. En el caso del Carmen de Viboral esta cifra asciende a 17 %. En cuanto a la gestión de los impactos potenciales sobre el ambiente y las personas, en todos se califica como baja.
Según Andrés Felipe Cendoya, agrónomo de la Ugam de El Carmen de Viboral, las flores que se producen en la región son de exportación principalmente a Estados Unidos, y exigen un estándar de control de plagas y enfermedades que no permiten la presencia de ningún indicio ––por mínimo que sea–– de plagas o enfermedades. Por tal razón, el uso de agroquímicos es continuo, de tal manera que los riegos varían entre 2 y 3 a la semana, con el fin de cumplir dichos estándares.
Muchos de los floricultivos están cercanos a hogares y escuelas, lo que pone en riesgo la salud de los habitantes de estos espacios, debido a que los agroquímicos pueden desarrollar enfermedades como el cáncer, y malformaciones genéticas y respiratorias. Parte del control que realiza la Ugam consiste en hacer cumplir unas normas para minimizar estos riesgos: fumigar entre las 5:00 am y 7:00 am, para que las ráfagas de viento no contaminen el aire; instalar saranes (costales generalmente de color verde, que sirven de telones) entre 5 y 6 metros de alto que limite los predios para evitar el esparcimiento de pesticidas fuera de los cultivos, y establecer distancias mínimas de 10 metros entre los límites de los cultivos y asentamientos humanos.
Cultura orgánica
Por otro lado, está el caso de Carlos Osorio ––agricultor que lleva 55 años en este oficio, 25 de ellos los ha dedicado a cultivos orgánicos sin uso de agrotóxicos––, que es un ejemplo de otro tipo de alternativas sostenibles con el medio ambiente y la salud humana que se vienen consolidado en esta misma región. Carlos es un gestor que ha luchado por la soberanía alimentaria, convencido de que la salud es más importante que grandes ganancias económicas. Su experiencia ha sido divulgada en países como Chile, Brasil, Argentina y Cuba. De estas iniciativas nace el mercado campesino en El Carmen de Viboral, que mensualmente ofrece los productos más sanos que nacen de la tierra sin intervención de pesticidas.
La Milagrosa no es solo la vereda, donde reposa la finca de este gestor de la agricultura limpia, sino un recinto donde se cultivan plantas aromáticas, hortalizas y tubérculos de manera responsable con el medio ambiente. Estos insumos cada fin de semana son transportados al restaurante y tienda vegetariana llamada La Hojarasca, espacio que ofrece variedad de platos con alimentos cultivados por don Carlos y su familia. Asimismo, se reafirma como una iniciativa amigable con el planeta.