Karen Tatiana Gómez Flórez; Harris Sebastián Camacho Sánchez. Comunicación Social UCO,
Emilio Castro, agricultor de La Unión, siembra papa desde hace más de 45 años. Desde septiembre de 2019, que fue su última cosecha, ha venido perdiendo capital, en promedio dos millones de pesos. Por tal razón, este año decidió no sembrar papa, así que sembró fresa y empezó a cultivar lulo por primera vez. Sin embargo, este cambio no le ha venido tan bien, pues también perdió esa inversión.
“Desde julio no cultivo, a mí me encanta sembrar papa, pero ahora está muy difícil”, reitera Emilio.
—¿Y cómo ha sobrevivido estos últimos meses?, le preguntamos con curiosidad.
—Por obra y gracia del espíritu santo.
Esta situación no cambia. Hace aproximadamente unos 30 años, menciona Emilio, pasó lo mismo y hasta en peor magnitud, puesto que a los campesinos de la época les tocaba botar la papa en la calle porque no había nadie que la comprara.
“Cuando tenía 20 años pasó lo mismo, y nunca lo han solucionado”, critica Castro, quien ha tenido un fin de año complicado.
A lo largo de los años, ni el gobierno, ni las organizaciones privadas han querido o no han podido regular el precio de la papa, como sí lo han hecho con el café.
La situación actual es delicada, al inicio del año el kilo de papa se vendía a 1.300 pesos; ahora, la papa “extra” o “gruesa”, diámetro de 7-9 centímetros (es la mejor papa y la que determina el precio), en el tercer trimestre de este año puede costar aproximadamente 550 pesos. De igual forma, en el mercado se pueden conseguir diferentes tipos de papa, como la “media” que tiene un diámetro de 5-7 centímetros: esta se puede comprar en 250 pesos el kilo; también está la “menuda”, con un diámetro de 3-5 centímetros, se puede conseguir en el mercado a 100 pesos el kilo, precio que tiene intraquilos a todos los papicultores de la región.
“El precio de la papa ha bajado en promedio un 60 % de acuerdo con lo establecido en el primer trimestre del año”, declara Jairo Ríos, agrónomo egresado de la Universidad Nacional.
Ayudas estatales y locales
Aunque el Covid-19 perjudicó en gran medida la economía del país, para el sector papero esta no ha sido la problemática más influyente. A lo largo de la historia esta colectividad ha vivido precios bajos, ahora esto se juntó con la contrariedad de que los precios de producción están demasiado altos. Producir una hectárea con las variedades de papa que se manejan en Antioquia ––como la ICA-Puracé y Diacol Capiro, que son las más conocidas y usuales–– vale entre 22 y 25 millones de pesos por hectárea, con unos rendimientos promedios entre 26 y 30 toneladas por hectárea. Es decir, producir un kilo de papa cuesta alrededor de 900 a 1000 pesos, todo para venderlas por debajo de esto, entre 300 y 500 pesos el kilo. Esta coyuntura no ocasiona una rentabilidad económica, por ello, muchos productores ya están en la quiebra. “Lo que consiguió una vez lo volvió a perder; hay gente que ha perdido sus casas debido a la papa”, menciona Mónica Gómez, esposa de Wilmar Gómez, papicultor desde hace más de 20 años.
El Gobierno Nacional ha sacado unos subsidios para pequeños agricultores. Uno es en el tema de los insumos, donde pueden reducirse hasta un 30 % en costos de producción. En la actualidad aprobaron otro subsidio que puede estar entre 940 mil a un millón 400 mil pesos, para ayudar a los productores en el tema de la comercialización.
“Lo que estamos haciendo ahora es brindar un subsidio, todo el día la oficia esta con productores inscribiéndose al apoyo a los pequeños productores, que es hasta 3 hectáreas, que produzcan 10 toneladas de papa, ese es el incentivo que se está haciendo en el momento. También estamos creando mercados locales, mercados campesinos una vez por mes, donde los agricultores sacan su producción en el mercado, vendiendo todo lo que exhiben, entonces ahí se genera una conexión productor-consumidor y es importante para generar esos contactos entre ellos para próximas compras”, explica Yessica Quintero Montoya, directora de la Umata.
A pesar de estas ayudas, el panorama aún es turbio. “El gobierno aspira a impactar a 23.000 agricultores, es una ayuda importante si la miramos en siembra, porque hablan de 30.000 millones y yo creo que al sector nunca le había llegado una ayuda tan importante; pero si lo comparamos contra las pérdidas que está sufriendo la región y el país, sigue siendo un pañito de agua tibia”, dice, por su parte, Sergio Andrés Martínez Pérez, agricultor, gerente y representante legal de la cooperativa Coagrounión.
Trabajando para pérdidas
Otro de los papicultores que se está viendo gravemente afectado por la actual crisis en el sector es Ramón Antonio Osorio, quien lleva sembrando papa 47 años. Se levanta a las 6 de la mañana a comenzar a realizar su oficio con la papa y otras siembras que tiene como la fresa y el maíz, dos alimentos que, con su producción, él y su familia, han logrado sobrevivir, pues la papa solo le está dejando perdidas.
“Ahora estamos en la bancarrota, porque nos pusimos a sembrar papa y a muchos agricultores nos perjudicó la palomilla, que es un gusano que se le entra a la papa y la daña. Además, estamos en una crisis de precios, y otra cosa que nos afecta es que el abono se puso demasiado caro: un bulto de abono está valiendo 100 mil pesos y a principios de este año se conseguía por ahí en 60 mil o 70 mil pesos. Los insumos están carísimos, por ejemplo, los fungicidas. Las paperas se deben mantener libre de plagas y libre de enfermedades. Y mire: un litro vale 240.000 pesos, con eso compro un mercado para un mes. Entonces, cuando yo sembré 11 bultos se fueron de gastos 6 millones y voy a ganar 3 millones de pesos, sin mentirles, y de ahí hay que sacar para pagar la arrancada, la traída y los peones. Entonces prácticamente no queda nada”, comenta Ramón, intranquilo con las circunstancias.
A pesar de ello, la mayoría de la papa que se produce se comercializa, pero a precios muy bajos. Hasta el momento los papicultores del municipio no se ha visto en la desgracia de tener que salir a botarla o que no se comercialice, pero el verdadero dilema es que no alcanza a compensar costos de producción del agricultor.
Así mismo, en el tema de comercialización necesitan infraestructura, para darle un valor agregado a lo que producen. Se requiere que los consumidores empiecen a valorar lo que produce el país, apoyando así los agricultores de la región. En la actualidad la producción de papa es abundante, de buena calidad, de buen sabor. Las papas importadas son fáciles en su preparación, pero son insípidas y procesadas, mientras que las papas del territorio tienen sabores particulares y agradables al paladar, además es un alimento natural. Una opción de consumo para las fiestas de Navidad y fin de año.