Según el Índice Global de Desperdicio de Alimentos publicado el pasado 4 de marzo, en 2019 se generaron unos 931 millones de toneladas de residuos alimentarios en todo el mundo. El informe, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la organización benéfica británica WRAP, equivale al 17% de todos los alimentos disponibles para los consumidores.
Con un 61 %, la mayoría de los desperdicios se generó en los hogares. Los sectores del comercio minorista y los servicios de alimentación obtuvieron mejores resultados, generando un 13 % y un 26 % respectivamente. El índice no tiene en cuenta la pérdida de alimentos, que difiere del desperdicio en que se produce durante la producción, el almacenamiento o la transformación del producto, que nunca llega al consumidor.
«Si queremos tomarnos en serio la lucha contra el cambio climático, la pérdida de naturaleza y biodiversidad y la contaminación y los residuos, las empresas, los gobiernos y los ciudadanos de todo el mundo tienen que hacer su parte para reducir el desperdicio de alimentos«, dijo el director ejecutivo del Pnuma, Inger Anderson, en un comunicado de prensa.
La importancia de este estudio es que presenta la recopilación, el análisis y el modelo de datos más completos hasta la fecha sobre el desperdicio de alimentos, y ofrece una metodología para que los países puedan hacer sus propias mediciones. Se identificaron 152 puntos para la medición del desperdicio de alimentos en 54 países.
Colombia
Según un estudio realizado por el Departamento Nacional de Planeación (DNP), en 2016, en Colombia se pierden o desperdician 9,76 millones de toneladas de comida al año. Esta cifra representa el 34 % del total de los alimentos que el país podría consumir durante un año, es decir que, por cada 3 toneladas de comida disponible en Colombia, una tonelada va a la basura.
Con respecto a esto, en agosto de 2019 entró en vigor la Ley 1990 que creó la política para prevenir la pérdida y el desperdicio de alimentos en el país. La norma estableció las herramientas necesarias para sensibilizar, formar, movilizar y responsabilizar a los productores, procesadores, distribuidores de productos alimenticios, consumidores y asociaciones a nivel local, departamental y nacional para realizar un manejo adecuado de los alimentos, priorizando como destino final el consumo humano.
Esta ley prohibió destruir alimentos aptos para el consumo humano y estableció que los víveres que no se comercialicen puedan donarse a las organizaciones sin ánimo de lucro que atiendan a población vulnerable.
Los objetivos de la política son:
- Contribuir al derecho humano a la seguridad alimentaria y nutricional de la población colombiana.
- Impulsar medidas que prevengan las pérdidas y desperdicios de alimentos.
- Realizar estudios y emitir recomendaciones que permitan mejorar la planificación de la producción de los alimentos adaptada a las dinámicas de mercado.
- Promover prácticas de producción y procesamiento de alimentos y elaborar estrategias y programas destinados a la promoción de sistemas alimentarios socialmente adecuados y ambientalmente sostenibles, que abarquen a su vez la configuración de las dietas y el consumo.
- Impulsar estrategias destinadas a garantizar la eficiencia de la cadena de suministro de alimentos.
- Garantizar que todos los actores intervinientes en la cadena de suministro de alimentos, con especial énfasis en los campesinos, las mujeres y los pequeños productores, sean beneficiarios de la política pública de reducción de pérdidas y desperdicios de alimentos.
- Realizar campañas educativas anuales, de comunicación y publicidad que orienten a la ciudadanía acerca de la importancia de adoptar medidas contra la pérdida y el desperdicio de los alimentos. Todo lo anterior a través de programas y alocuciones por medios de comunicación escrita, visual y radiofónica de carácter local, regional y nacional.