Carlos Humberto Gómez *
Especial para La Prensa
El 5 de enero de 1989 asesinaron a uno de los más reconocidos líderes sociales y obreros de El Carmen de Viboral. Antonio Martínez fue atacado por un grupo paramilitar cuando se dirigía hacia Coltejer, empresa donde trabajaba. Sus victimarios se fueron gritando la consigna de que le “estaban haciendo un bien al país”, la misma justificación que fue utilizada para exterminar tanto al movimiento cívico del Oriente como a la Unión Patriótica (UP).
Crónica de una muerte anunciada
Antonio trabajaba en “La Fábrica”, como se conocía a Textiles Rionegro, entidad filial de Coltejer, en donde era líder sindical. Fue concejal por la UP, cuyos militantes en gran medida fueron víctimas de la intolerancia y exterminio que acabó por desvertebrar esta expresión social, la cual fue posteriormente reconocida como magnicidio. Un grupo llamado “Muerte a Revolucionarios del Nordeste”, lo había amenazado de muerte, cuando se volvió costumbre recibir sufragios y notas que hablaban de “disfrazarlo de muerto”.
Tenía un escolta asignado por el Comando de la Policía Nacional del Distrito de Rionegro, el cual lo acompañaba en los trayectos desde su vivienda hasta el bus y allí lo dejaba con sus compañeros, con quienes decía “se sentía más seguro”. Inexplicablemente la protección del estado no fue suficiente y en un fallo de segunda instancia se calificó de “ineficaz, deficiente e inoportuno” la acción de la policía, en la obligación que tenía de proteger la integridad de Jesús Antonio.
Recuerda doña Blanca Cecilia, su esposa, que el 1 de enero asistió, como era costumbre, a la misa del mediodía por el concejo municipal: “se le notó retraído, sin ánimos y evitó salir esa tarde de año nuevo”, “siempre cumplió sus citas y no faltaba a sus actividades, nunca se privó de estar en manifestaciones, tal vez el más cumplido en las sesiones”. Era un líder innato y comprometido con las causas sociales. Ese era Antonio, agregó la mujer que le acompañó desde 1972.
“Cometió el crimen de luchar por su pueblo, de sangrar como ríos con caudales de fuego, de tallar en su alma con relieves de acero, el dolor campesino y el sudor del obrero”, dice en la placa recordatoria ubicada en el sector “Quebrada de la Puerta”, jurisdicción de El Carmen de Viboral.
Aquel jueves, dice doña Blanca Cecilia, “Antonio” se levantó como de costumbre a las 3 de la madrugada, con el afán que caracteriza a quienes deben iniciar sus jornadas laborales a estas horas. Se bañó, se arregló y tomó “los tragos” que le serví, cogió “la coca” y se despidió de sus 3 hijos, un escalofriante “mija, ya me voy” fue de los momentos más difíciles y angustiantes que recuerda su esposa.
Eran las 3:30 am cuando abordó el autobús que lo conduciría a su lugar de trabajo. En el trayecto se mostraba inquieto, mantenía la sospecha que en alguno de estos recorridos fuera una nueva víctima de la violencia, la que hasta ese momento era una práctica común. Un compañero suyo lo calificó posteriormente como la crónica de una muerte anunciada.
En la vía que conduce de El Carmen de Viboral hacia Rionegro, en el sitio conocido como “Quebrada de la Puerta” y a solo 10 minutos de viaje, el vehículo fue obligado a detenerse y el conductor a retirar las llaves y “botarlas” para evitar cualquier intento de fuga. Ya no era posible huirle al fatal desenlace, la suerte ya estaba echada. Mientras sus compañeros de viaje, atónitos presenciaban con total impotencia, los asesinos huyeron en un vehículo Renault 12 y una moto de alto cilindraje.
Una vida al servicio del movimiento social
Fueron las movilizaciones las que distinguieron a Antonio como actor social y político. Tal como lo expresa Blanca Cecilia Moreno, esposa y compañera de vida. “Era la gente la que lo veía como un cuadro grande para llegar muy alto a defenderlos… cuando iban a cancelar el año lectivo del liceo, que fue el año que hubo un movimiento muy fuerte en El Carmen, se bloqueó todo el pueblo… Eso se volvió masivo, se convocaban estudiantes y conductores. Los conductores listos a prestar los carros para los bloqueos.”
La muerte de Antonio fue parte de una persecución política a toda la UP. “Dos candidatos presidenciales: los abogados Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo Ossa, 8 congresistas, 13 diputados, 70 concejales, 11 alcaldes, dirigentes de juntas comunales, líderes sindicales, estudiantiles, del sector de la cultura y el magisterio, profesionales y centenares de militantes de base, sin que ninguna institución del Estado lo impidiera, ni actuara eficazmente para esclarecer los crímenes y sancionar a los responsables, fueron asesinados por grupos paramilitares, fuerzas de seguridad del Estado (ejército, policía secreta, inteligencia y policía regular) y narcotraficantes. Muchos de los sobrevivientes al exterminio abandonaron el país”.
Fueron 18 años de ataques, amenazas, intimidaciones, asesinatos y exilio para los militantes de un partido, que vio caer a sus principales líderes y dirigentes en una racha sangrienta que ocasionó su desaparición del escenario político (El Espectador, 28 de julio de 2018 y Todo pasó frente a nuestros ojos. El genocidio de la Unión Patriótica 1984-2002 del Centro Nacional de Memoria Histórica).
30 años después de su muerte, el crimen de Antonio Martínez sigue en la impunidad, aunque el Estado pidió perdón a su familia y se declaró culpable por la omisión en su deber de proteger la vida del dirigente, los determinadores y responsables nunca fueron juzgados.
—-
La historia de Antonio Martínez tiene que ver con violencia política, democracia, relaciones de poder, desarrollo regional y de conciencia política: Hernán Darío Martínez Moreno
El movimiento cívico tiene sus orígenes en los años anteriores en que se dieron movilizaciones por los servicios públicos en Marinilla y Rionegro, pero es entre diciembre de 1981 y febrero de 1984 cuando se configuró el movimiento cívico regional: líder cívico del Oriente
“…ese mismo año mataron a Ramón Arcila, ya habían matado a Froilán Arango y a otros líderes. Matan a Froilán Arango, matan a Antonio y los que quedamos, sinceramente nos acobardamos…: Líder sindical
…él nunca fue una persona de lujos ni de comodidades, sino que si un peso tenía, lo compartía con el campesino, con la persona más humilde, él no tenía problema en sentarse en cualquier parte con el descalzo, con el suciecito.
* Agradecimientos por la colaboración para el presente artículo a Hernán Darío Martínez Moreno, trabajo de grado “Una cita con la historia – Universidad de Antioquia; a Alternativa Regional punto com y el testimonio de líderes y dirigentes del Movimiento Cívico del Oriente.
Fotografía: Cortesía de familiares y amigos.