Rubén Darío García Zuluaga es invidente. En la comunidad unitense es un personaje relevante y un ejemplo claro de superación.
Mariana Londoño Botero
Comunicación social UCO, marianalondo4@gmail.com
Eran las 11 de la mañana en La Unión, y un rayo de sol alumbraba la cara de Rubén. Estaba ahí sentado como siempre, con su bastón y su portafolio negro, recibiendo el sol en las afueras de La Fuente ––establecimiento del municipio de La Unión––.
- Buenas, Rubén.
- ¿Buenas, quién?
- Buenas, hombre Omar.
- Eh, avemaría, este Rubén si es muy inteligente.
Omar se sienta con Rubén, llega el mesero y Rubén con mucha gracia pide una paleta de limón, fácilmente la coge, la tantea y la descorcha. Todos los de su alrededor miran con asombro y pronuncian la frase común: ¡don Rubén sí es muy berraco!
El guerrero
En octubre del 2007, Rubén Darío García Zuluaga recibió su tarjeta de abogado. “Siempre fui un líder como estudiante, hacía las peticiones a directivos y profesores, buscando defender a mis compañeros; tuve la oportunidad de ser funcionario trabajando en la alcaldía. Eso me sirvió para conocer más sobre la posibilidad laboral que podía tener un abogado, el campo laboral del derecho”, afirma.
Es abogado litigante de la Universidad Incca de Colombia se pagó los estudios dando serenatas y cantando en las eucaristías. “La carrera me la costié con la música”, dice Rubén. Su afinidad por la música viene desde sus 12 años, en una carcajada cuenta cómo fue músico por accidente “yo soy pianista, toqué instrumentos de viento en la banda de La Unión, y también soy organista”.
Rubén Darío García Zuluaga comenzó a tocar estos instrumentos a los 15 años, pero cuando niño también cantaba y hasta ganaba concursos de canto. A los 18 años el cura del pueblo, como él les dice, le dio la oportunidad de cantar en las misas y a raíz de eso pudo ser corista del pueblo por 9 años. Fabio Gómez, párroco de aquel tiempo, le dio esa posibilidad y también pudo participar en la Semana Mayor varias veces, estuvo en 9 semanas santas en La Unión y en 1996 hizo una en el municipio de El Retiro.
“Recuerdo mucho la orquesta Malibú, en la que tocaba mi amigo Rubén, sonaban en las fiestas populares de La Unión, Argelia, El Carmen, El Retiro, Sonsón, Rionegro, etc., y tuvo mucho éxito, eso llenaban esos parques”, afirma Omar Londoño, amigo de Rubén. La orquesta Malibú Rubén la creó acompañado de 2 amigos, la cual duró 5 años.
Se graduó de la carrera de Derecho a sus 37 años, 25 años después de haber empezado la lucha de su vida.
Ve las cosas a su manera
Antes de sus 12 años, Rubén hacía las cosas que un niño a esa edad hace. “Mi niñez fue muy normal, jugaba pelota, montaba bicicleta…”. En estos tiempos tenía la posibilidad de “ver por una vista”, y a pesar de esto sus compañeros fueron muy solidarios con él y nunca lo discriminaron por su problema visual. En la secundaria, cuando se quedó ciego totalmente, empezó a asistir a la escuela de ciegos y se restringió esa vida normal de muchacho y tuvo mucha quietud, pero sin aislarse de la sociedad. “Todo esto me formó como persona, y como un ciego que no necesita la sobreprotección de la sociedad, ni que inspira lástima de nadie. Eso me sirvió para ser lo que soy ahora”.
Para Rubén es un placer hacer reír a sus amigos y conocidos con sus famosas frases, “vamos a ver el partido”, “préndame la luz”, comenta los programas de televisión o los partidos de fútbol con sus amigos porque como él dice “yo lo veo a mi manera”, lo entiende y lo comprende como tal.
Se dice que cuando una persona pierde algún sentido se le despiertan todos los otros, “Uno alcanza a acentuar y a preocuparse más por esos otros sentidos. Se agudizan, es poner más atención. Es dirigir todo tu cerebro, tu capacidad mental y percibir lo que en ese momento no estás percibiendo, uno como ciego necesita mucho el oído, y no tiene la distracción visual, uno esa capacidad mental la va a dirigir al oído o al tacto, no es que uno escuche más, solo que es estar más atento.”, explica Rubén.
Adaptación al mundo
“Desde los 12 años soy ciego totalmente”. Así es, Rubén Darío García Zuluaga nació con cataratas congénitas, es decir cataratas de nacimiento. Al año le lograron recuperar el 25% de una vista, pero a los 12 años le dio glaucoma, que fue lo que le produjo la ceguera total.
“La discapacidad Rubén la convirtió en fortaleza”, afirma Eleuterio Martínez, amigo cercano de Rubén. No tuvo la sobreprotección de su familia, y esto fue lo que le permitió adaptarse al mundo por sí mismo. “La experiencia dura fue al comienzo de la ceguera total, porque tenía que volver a adaptarme nuevamente al mundo”, dice Rubén.
En La Unión tratan a Rubén como una persona común. Transita por las calles del frío municipio con bastante tranquilidad, como dice el dicho, “como pez en el agua”. Pero no solo en su municipio natal, también se mueve solo por Medellín. “Una vez lo vi yo en Medellín, iba a pasar la calle y le dije a mi esposo, “¡Mijo, lo va a matar un carro!, con ese montón de carros y él solo, y me dejó pálida, esperó que el semáforo se pusiera en rojo y pasó bien sereno. Me pisan más fácil a mí si quiere que le diga””, comenta Sonia Botero, habitante del municipio de La Unión.
Tuve la oportunidad de encontrármelo alguna vez en un taxi, se subió al carro en la terminal de La Ceja, me causaba mucho asombro cómo compraba su tiquete, lo pasaba por el lugar asignado y se subía al taxi.
- Buenas noches -dice Rubén-
- Buenas noches don Rubén, ¿cómo está? –le contesté-
- Bien, Mariana, con mucho frío– me contestó sin vacilación, tiritando sus labios.
No puedo no preguntarme cómo hace para identificar las voces sin ver a quien habla. El taxi está preparado para arrancar a subir las curvas que llevan al municipio de La Unión, cuando el taxi estaba a punto de llegar a la calle 14 (calle de vía nacional del municipio), Rubén dice:
- Déjeme por acá, que ya llegamos a la 14.
- Con mucho gusto, don Rubén, que le vaya muy bien –contestó el conductor-.
- Hasta luego, Mariana, que le vaya muy bien –me dijo Rubén-.
- Lo mismo, don Rubén, que tenga feliz noche –le contesté-.
Se bajó del taxi, tomó su bastón, pasó la calle y siguió su camino.