En 1977 la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas proclamó oficialmente el ocho de marzo como el Día Internacional de la Mujer, como un reconocimiento a las luchas que se han desarrollado en el mundo en busca de la equidad de género.
Cuando las mujeres de todos los continentes, a menudo separadas por fronteras nacionales y diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas, se unen para celebrar su día, pueden contemplar una tradición de lucha en pro de la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo.
El Día Internacional de la Mujer se refiere a las mujeres corrientes como artífices de la historia y hunde sus raíces en la lucha plurisecular de la mujer por participar en la sociedad en pie de igualdad con el hombre. En la antigua Grecia, Lisístrata empezó una huelga sexual contra los hombres para poner fin a la guerra; en la Revolución Francesa, las parisienses que pedían “libertad, igualdad y fraternidad” marcharon hacia Versalles para exigir el sufragio femenino.
Igualdad de género hoy para un mañana sostenible
La información más reciente nos ha permitido entender que existe un vínculo fundamental entre género, equidad social y cambio climático y reconocer que, sin igualdad de género hoy, el futuro sostenible y equitativo seguirá estando fuera de nuestro alcance.
Las mujeres y las niñas sufren más el impacto de la crisis climática ya que ésta amplifica las desigualdades de género existentes y pone la vida y los medios de vida de las mujeres en peligro. En todo el mundo, las mujeres dependen más de los recursos naturales, tienen menos acceso a ellos y, a menudo, asumen una responsabilidad desproporcionada como encargadas de asegurar el suministro de comida, agua y combustible.
Dado que las mujeres y las niñas soportan la carga de los efectos de esta crisis, también es esencial que lideren y dirijan el cambio en pos de soluciones, de la mitigación y la adaptación climática. Sin la inclusión de la mitad de la población mundial, es poco probable que mañana se hagan realidad las soluciones que nos brinden un planeta sostenible y un mundo en el que haya igualdad de género.
Mujeres cuidadoras
Actualmente, bajo la situación que se ha catalogado como ‘nueva realidad’ se ha agudizado aún más la sobrecarga de trabajo sobre las mujeres en dobles y triples jornadas, debido a la reducción de la presencia de servicios sociales que permitían externalizar cuidado de los hogares. La simultaneidad en el desarrollo de trabajo remunerado y trabajos de cuidado no remunerado, muestran la disminución de las posibilidades de las mujeres de dedicar tiempo a ellas mismas, a sus proyectos de vida, al ocio y al descanso personal, en especial las mujeres cuidadoras.
Estas son algunas cifras:
• Ninguna sociedad sobrevive sin los trabajos de cuidado; sin embargo, su provisión está desequilibrada: mientras 9 de cada 10 mujeres realiza trabajo de cuidado no pago, solo 6 de cada 10 hombres lo hacen. (ENUT – 2017)
• Las mujeres destinan en promedio 5 horas y 30 minutos a estos trabajos, mientras que los hombres 2 horas y 19 minutos (3 horas menos al día). (ENUT – 2017)
• Si miramos SOLO a las personas que se dedican EXCLUSIVAMENTE a los trabajos domésticos y de cuidado no pagos (“amas de casa”), observamos con preocupación su gran aumento desde la pandemia: mientras que en el 2019 eran 891.000 personas, en 2020 la cifra ascendió a casi 1,4 millones. De estas, 9 de cada 10 son mujeres. (GEIH – DANE)
• El 90% de las mujeres que se dedican EXCLUSIVAMENTE a estos trabajos viven en los estratos 1,2 y 3 y el 70% de ellas no superan la secundaria como nivel educativo. (ENUT – 2017)
• Históricamente los trabajos de cuidado han recaído desproporcionadamente sobre los hombros de las mujeres impactando profundamente sus proyectos de vida.
• Si estos trabajos fueran pagos equivaldrían al 13% PIB de Bogotá. (DANE)