Por: Leidy María Arias Tamayo*
Cuando se acerca el mes de marzo y más específicamente el día 08, empiezan a leerse y escucharse cientos de mensajes de felicitación para las mujeres, no ha de faltar también quien se acerque con unas flores o unos chocolates para hacerse presente por el “Día de la Mujer”. Y es ahí donde hay que hacer un pare y reflexionar a fondo sobre lo que realmente significa el 8M.
Fue específicamente en el día 8 de marzo de 1908, cuando un suceso transcendental marcó la historia del trabajo y la lucha sindical en el mundo entero; 129 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, luego de que se declararan en huelga con permanencia en su lugar de trabajo. El motivo se debía a la búsqueda de una reducción de jornada laboral a 10 horas, un salario igual al que percibían los hombres que hacían las mismas actividades y las malas condiciones de trabajo que padecían. El dueño de la fábrica ordenó cerrar las puertas del edificio para que las mujeres desistieran y abandonaran el lugar. Sin embargo, el resultado fue la muerte de las obreras que se encontraban en el interior de la fábrica.
Con este antecedente, dos años después, en 1910, se desarrolló la segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, en la capital danesa, Copenhague. El tema central fue el sufragio universal para todas las mujeres, ypor moción Clara Zetkin, líder del “levantamiento de las 20.000”, se proclamó oficialmente el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en homenaje a las mujeres caídas en la huelga de 1908.
Y fue en 1977, cuandola Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) designó oficialmente el 8 de marzo el Día Internacional de los Derechos de la Mujer. Luego, en 2011, se celebró el centenario de la celebración, con la premisa de Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer (ONU mujeres).
Esta es la historia que todos conocemos en torno a la conmemoración de esta fecha, pero hay que ir más allá del tema y ver, cómo están las mujeres hoy en día. Y es que después de muchos años de activismo y de luchas por la reivindicación de sus derechos, las brechas entre géneros siguen vigentes y no es un secreto, que durante la pandemia del cóvid, éstas se agudizaron ya que durante los últimos dos años hubo un aumento de 52 minutos en el trabajo de cuidado no remunerado que ejercen las mujeres en el país.
Es común encontrar a mujeres mayores de 40 años que expresan su preocupación porque ya nadie las contrata, no hay voluntad por parte de los empresarios para darle empleo a esta población. Y es que después de sacrificar su vida y sus sueños por dedicarse de lleno a las importantes labores del cuidado; cuando por fin quieren, o en el peor de los casos, deben buscar autonomía económica, ya no se les considera aptas para laborar. En esta lista podemos encontrar mujeres con preparación profesional y técnica que son demasiado productivas y tienen muchísimo talento que aportar al desarrollo del país. Situación que las lleva en muchas ocasiones al trabajo informal, sin esperanzas de poder alcanzar algún día su pensión.
“Igualmente, el panorama de trabajo de cuidado no remunerado diario sigue empeorando para las mujeres, que pasaron de invertir 6 horas y 52 minutos diarios en el informe de 2020 a 7 horas y 44 minutos para esta actualización, lo que significa un incremento de 52 minutos diarios. Por su parte, los hombres tuvieron una disminución, pasando de 3 horas y 19 minutos a 3 horas y 6 minutos en esta publicación, lo que significa 13 minutos diarios menos”, ONU Mujeres Colombia.
Muy preocupante sigue siendo el incremento de las violencias de género hacia las mujeres, basta con ver los reportes diarios en los noticieros para darnos cuenta de la cruda realidad que viven a diario, cientos de ellas. Muchos de estos casos, con procesos vigentes en fiscalías y comisarías de familia, terminan en feminicidios, debido a que los operadores de justicia y las acciones que emprenden, entre ellas las órdenes de protección y medidas de alejamiento, no son garantía para que los maltratadores respeten los derechos de sus víctimas. ¿Qué puede hacer una mujer con uno de esos documentos cuando su verdugo la espera en la calle para atentar contra su integridad?, pues nada. Y es que Colombia tiene leyes para todo, aunque sirven para poco. Desde hace siete años, existe la Ley Rosa Elvira Cely (1761 de 2015) que castiga el feminicidio como delito autónomo, con penas de entre 40 y 65 años, sin posibilidad de rebaja, y ordena al Estado documentar y hacer seguimiento a estos delitos con el fin de tener cifras sobre esta violencia; pero al fin, poco o nada se logra para proteger la integridad de las víctimas.
Podríamos seguir enumerando cuáles son las violaciones a los Derechos que las Mujeres viven a diario, y la lista sería muy preocupante. Pero en estas fechas, también se hace necesario reconocer el papel protagónico que muchas de ellas cumplen en los ámbitos donde se desempeñan y los logros que sus luchas han significado para que, poco a poco, se deconstruya la cultura patriarcal que tanto daño ha causado a la sociedad en general.
La igualdad es un principio fundamental de los derechos humanos, por tanto, una interpretación de ella nos lleva la conclusión de que el enfoque de género debe ser incluido en la manera de gobernar y administrar. Incorporar un enfoque de género implica que empresas y el Estado deben tener en cuenta un enfoque interseccional, lo cual comprende analizar sus prácticas y los impactos de sus programas en la mujer, identificando además sus particularidades. Pues las mujeres no son un grupo homogéneo. En este punto convergen la raza, la clase, la identidad de género, la orientación sexual, el nivel de escolaridad, la situación de víctima de conflicto armado, entre otras circunstancias que irán a condicionar el alcance de la responsabilidad con esta población.
En este año electoral, donde serán elegido/as los gobernantes locales, las mujeres esperamos que dentro de sus propuestas esté claramente definida la transversalización del enfoque de género con una mirada diferencial y territorial, que converja en la creación de Direcciones, Oficinas o Unidades de Género, como acción política de contenido afirmativo que deje ver la voluntad de los electo/as por la equidad, la igualdad, las oportunidades y disponibilidad de recursos presupuestales específicos para superar las brechas y garantizar los Derechos de las Mujeres.
Las mujeres del Oriente Antioqueño, esperamos mucho de nuestros próximo/as gobernantes. La invitación es entonces a votar a conciencia por aquella/as candidato/as que evidencien una sensibilidad especial por el tema de género y que propendan por aplicar el enfoque de género en proyectos, de manera muy especial con las mujeres rurales.
*Administradora de Empresas y Especialista en Evaluación y Gerencia de Proyectos, Exconcejala de Ríonegro 2012-2015 y 2017-2019, defensora de derechos humanos y activista por los derechos de la mujer.
*Las opiniones expresadas en esta columna de opinión son de exclusiva responsabilidad de su autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de La Prensa Oriente