José Joaquín Vásquez de los Ríos
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“Si Colombia nació un viernes 20 de julio después de que un florero se partiera en pedazos, el país nació para el mundo un jueves 21 de octubre, aunque en decenas de latitudes, con el nombre de Macondo”
El 21 de octubre de 1982 la Academia Sueca anuncio que había otorgado el Premio Nobel de Literatura al escritor colombiano GABRIEL GARCIA MARQUEZ “GABO”, seis latinoamericanos en conquistarlo desde 1901. Ellos son: Gabriela mistral (Chile), Miguel Ángel Asturias (Guatemala), Pablo Neruda (Chile), Octavio Paz (México), Mario Vargas Llosa (Perú).
Nuestro GABO con Alejo Carpentier escritor cubano francés que escribió El Reino de este Mundo, y Arturo Uslar Pietri, escritor venezolano que escribió La Isla de Robinson, son los escritores latinoamericanos creadores del Realismo mágico.
El Realismo Mágico se caracteriza por la inclusión de elementos fantásticos en la narración, con lo que se pretende profundizar en la realidad a través de lo mágico que hay en ella. Gabriel García Márquez es uno de los máximos representantes de este género que muestra lo irreal o extraño como algo cotidiano y común.
Ejemplo: Aparición de muertos. Tras matar a Prudencio Aguilar en un duelo, su fantasma le persigue a José Arcadio.
García Márquez escribió su novela insigne en 1967 y en ella incluye lo ocurrido en 1928 con los obreros de las bananeras durante la huelga.
La referencia a una huelga de obreros de la United Fruit Company, una empresa estadounidense realmente existente y que actuaba en todo el caribe y Centroamérica con una brutalidad imperialista descarnada, no surge de la ficción, sino que ocurrió y se convirtió en un hecho político imborrable de la memoria de Aracataca, la ciudad que inspiró la mágica Macondo.
La compañía se había establecido a principios del siglo XX en Colombia y se encargaba de la producción y exportación de bananos hacia Estados Unidos.
En la novela, los obreros deciden la huelga para no trabajar los domingos, y para que se les pagara en efectivo, ya que se les pagaba en vales que les permitían comprar víveres en los almacenes de los patronos.
La huelga en la zona bananera del rio Magdalena estalló en la vida real en 1928 y el pliego de peticiones incluía la implementación del seguro colectivo para los trabajadores, cumplimiento de la ley de accidentes de trabajo, habitaciones para obreros y descanso dominical, fin de los establecimientos de comercialización de artículos de primera necesidad propiedad de la United Fruit company, convenios colectivos de trabajo y construcción de hospitales. Como la compañía no tenía trabajadores permanentes a su cargo, sino por contratistas, la novela cuenta que la empresa declaró “la inexistencia de trabajadores”, a la vez que llegaba el ejército para que los obreros reanudaran sus tareas.
Los de Macondo se echaron al monte sin más armas que sus machetes y empezaron a sabotear el sabotaje del ejercito e incendiaron fincas y comisariatos, destruyeron los rieles de los trenes que empezaban a abrirse paso con juego de ametralladoras y cortaron los alambres del telégrafo. Los obreros habían conformado grupos para defender la huelga y enfrentar al ejército.
Se convocó a los huelguistas a la ciudad de Ciénaga para recibir al gobernador, que anunciaría un acuerdo parcial con la United Fruit Company. En la novela, son convocados a la Plaza de Macondo y los acontecimientos reales y ficcionales confluyen: se lee un decreto en el que se denuncia a los huelguistas como “cuadrilla de malhechores” – en la realidad también se los acusa de “anarquistas y comunistas”-, se anuncia la represión contra los huelguistas para imponer la paz social y se los emplaza abandonar la Plaza. La multitud no se movió.
García Márquez escribe que el capitán les dio cinco minutos para retirarse antes de abrir fuego. Pasado el tiempo, el capitán repite “Han pasado los cinco minutos. Un minuto más y se hará fuego”.
“José Arcadio Segundo se empinó sobre las cabezas que tenía en frente y por primera vez en su vida levantó la voz.
– ¡Cabrones -grito-! Les regalamos el minuto que falta”.
Entonces las ametralladoras comenzaron a disparar.
La masacre ocurrió en la realidad y la novela de García Márquez narra cómo los cadáveres de tres mil obreros fueron transportados en los trenes que antes cargaban bananos para tirar los cuerpos al mar. Durante días, sin parar pasaban los trenes con los muertos.
De la huelga del rio Magdalena participaron alrededor de 32 mil obreros. Aviva Chomsky, en la ponencia “Los hechos de la masacre de las bananeras”, cita fuentes diplomáticas que calculan en más de mil a las victimas de la masacre. En la novela, Aureliano Segundo averigua el número exacto de muertos: “tres mil cuatrocientos ocho”, cifra que le queda grabada en la mente y repite hasta el momento de su muerte.
* Periodista, historiador, politólogo, sindicalista e instructor, fundador de la CUT en 1986.