Leyendo: ¿Quiere mucho dinero? Hay que trabajar, y muy duro

¿Quiere mucho dinero? Hay que trabajar, y muy duro

Carlos Humberto Gómez

E-mail: director@laprensaoriente.info

Pensé mucho antes de escribir esta columna. Me preguntaba si era necesario incluir datos estadísticos, cifras o nombres, pero la conclusión fue que no lo requería. ¿Por qué? Pues porque buena parte —sino la mayoría— sabe muy bien de qué hablo y no muy lejos (tal vez en casa) conoce o vivió una experiencia similar.

Ahora sí. Al grano.

Conozco experiencias traumáticas, desconsoladoras y en algunos casos muy tristes, para muchos que buscaron un golpe de suerte que los sacara de la ruina o que les cambiara una vida discreta por una de muchas emociones y adrenalina. Se endeudaron, vendieron el carro, el apartamento, la finca, y ahora hacen parte de un sinnúmero de defraudados.

¿Quiere mucho dinero? Hay que trabajar. No hay otra forma. Si usted no es beneficiario de una cuantiosa herencia y quiere prosperidad, viajes, autos lujosos y darse una vida de multimillonario sin ir al límite de la ilegalidad, entonces elija el camino de emprender, de crear empresa o espere si el baloto lo favorece.

Abundan avispados que obtienen cuantiosos recursos de cuenta de tu ingenuidad. Prometen cambiarte la vida y ponerte a “vivir sabroso” mediante esquemas piramidales, las mismas que hace 100 años hicieron famoso a un delincuente de origen italiano especializado en estafas. Su nombre Carlo Ponzi y en 1.920 se encontraba en Estados Unidos tumbando al que le diera papaya.

Reconozca el principio de la estafa, porque los promotores disfrazados de youtubers o influenciadores, y más aún, a veces llegan en forma de amigo, vecino o familiar, te ofrecen a cambio de una inversión —por lo general millonaria— un alto retorno en un período corto. Identifíquelo, además porque no se vende ningún producto o servicio real y el énfasis principal se hace sobre el reclutamiento de nuevos participantes, es allí donde el esquema Ponzi se mueve como pez en el agua.

Esta práctica trasnacional se identifica en Colombia como “Captación masiva y habitual de dineros (art. 316 del Código Penal), y prevé castigo: “El que desarrolle, promueva, patrocine, induzca, financie, colabore o realice cualquier otro acto para captar dinero del público en forma masiva y habitual sin contar con la previa autorización de la autoridad competente, incurrirá en prisión de ciento veinte (120) a doscientos cuarenta (240) meses y multa hasta de cincuenta mil (50.000) salarios mínimos legales mensuales vigentes”.

Y si para dichos fines, “el agente hace uso de los medios de comunicación social u otros de divulgación colectiva, la pena se aumentará hasta en una cuarta parte.”, al menos la norma lo contempla. ¿Pero a la víctima quién la protege?

Esta forma de terminar con los sueños y proyectos de vida de muchas personas, no diferencia estratos (especialmente los bajos), ni profesiones, ni personalidades de altas dignidades que, aunque parezca asombroso también han caído en la trampa.

No olvide, “el esquema Ponzi es una forma de fraude financiero en la que se prometen retornos exorbitantes a cambio de una inversión y se utiliza el dinero de los nuevos inversores para pagar los «rendimientos» a los antiguos. El esquema se derrumba cuando se queda sin nuevos inversores y no puede pagar los rendimientos prometidos”, ese es el secreto que ha engañado a millones en el mundo. No sea usted uno de ellos.

Algunos desafortunados cuentan que terminaron de pelea con los que los indujeron a la novedosa inversión, y de la plata, nada de nada, al igual que sus proyectos. Eso sí, los cómplices con antifaz de promotores, en cruceros por el caribe, alardeando de relojes muy costosos, de aviones privados y automóviles deportivos, en mansiones y con vida de ricos. Muy ricos, y para ser como ellos —en la legalidad— se necesita más que un simple golpe de suerte.

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*Las opiniones expresadas en esta columna de opinión son de exclusiva responsabilidad de su autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de La Prensa Oriente

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