Por: María Paulina Iral Cardona
Con 37 años, Johana quiere contar y luchar para que ninguna otra mujer pase por la misma situación que ella. El nueve de septiembre del 2022 le retiraron los implantes mamarios que la acompañaron durante 14 años, lo hizo después que desarrollara el Síndrome de Asia (Síndrome Autoinmune Inducido por Adyuvantes), que según la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica es “una reacción autoinmune o inflamatoria, atribuida a un cuerpo extraño al organismo. En el caso de las prótesis mamarias, un cuerpo extraño sería la silicona”.
Esta es su historia
Johana es profesional en deporte del Politécnico Jaime Isaza Cadavid y lleva desempañándose como instructora hace 15 años. En el 2009 se empleó como entrenadora de un gimnasio en la ciudad de Medellín y es ahí en donde, en palabras de ella, “por ego y vanidad” decide ponerse implantes mamarios. En 2013 su cuerpo comenzó a sentirse extraño, con presión arterial y frecuencia cardiaca bajas y después de unas cuantas consultas, fue diagnosticada con bradicardia sinusal, que, de acuerdo con su vida como deportista, los especialistas lo vieron como algo normal. Sin embargo, los síntomas no pararon ahí, aparecieron fuertes dolores de cabeza que la obligaban a tomar analgésicos de forma constante y repetitiva.
Fue en el 2017 cuando a los síntomas se le suman mareos muy fuertes y estos en conjunto hicieron que Johana en aquel entonces, no fuera capaz de terminar una de sus clases grupales, “fue necesario que me trasladaran a un centro asistencial en donde permanecí 8 días hospitalizada, intentando que los médicos y especialistas entendieran el porqué de mis signos”. En esta ocasión le encontraron una sobredosis de analgésicos y un diagnóstico de “migraña complicada”, aunque esta conclusión no respondiera mucho a todos sus síntomas.
Dice que en 2017 también sufrió un episodio convulsivo y tras varios meses fue diagnosticada con disautonomía, que según el Instituto Nacional de Cáncer de Estados Unidos es “una afección del sistema nervioso autónomo (SNA). El SNA controla muchos procesos automáticos vitales para el organismo, como la presión arterial, la frecuencia cardíaca, la respiración, la temperatura corporal, la digestión, la transpiración y la respuesta sexual”. Luego de tres meses de tratamiento sin respuesta efectiva, le recomendaron seguir con su vida como hasta ahora, pero con el riesgo de que cualquier caída o golpe pudiera afectarla, o implantarse un marcapasos que supondría la mejoría de su salud. Ella optó por la segunda opción que le ponen en septiembre de 2018.

Su condición no mejoró
A pesar de su expectativa de alivio, su cuerpo no respondió. En un lapso de 3 meses comenzó con otros signos como dolores de cabeza mucho más intensos que antes, fatiga crónica hasta el punto de no poder caminar ni un poco, a su vez una enfermedad de Ménière que es un trastorno del oído interno que le provoca episodios de vértigo (sensación de que todo gira alrededor), además de fibromialgia, ovarios poliquísticos, escoliosis, colon irritable, cuadros depresivos, pérdida de la memoria, desconcentración, visión borrosa, cambios de temperatura corporal, insomnio, taquicardia, problemas gastrointestinales, entre muchos otros. Todo esto la lleva a renunciar a su trabajo y después del confinamiento provocado por la pandemia en 2020 no se sintió con fuerzas para volver a trabajar, empezó a desmayarse hasta cinco veces por día —dice—, “hasta el punto de no depender por mí misma para hacer la comida”. Eduin Giraldo, su esposo fue el encargado de su cuidado, tanto físico como emocional.
Los dolores y síntomas seguían sin mejorar. Para 2021 “comienzo a tener alertas”, expresa la deportista. “Una amiga de mi hermana me expresó que quizá sean las prótesis mamarias y que debería revisarme porque una prima suya se las quitó y mejoró casi inmediatamente.” Johana no le dio mucho crédito a esto. Un año después es su cuñada Sandra Giraldo, quien le cuenta que una trabajadora del hospital local le dice que tenga cuidado con las prótesis porque estaban causando muchas enfermedades. “Se me despierta la duda, pero entre otros por el costo que eso implicaría preferí no creer que era una posibilidad”, expresa, con tristeza.
En junio de 2022, que, —según ella—, confirma que sí está enferma por los implantes mamarios. Johana una mujer de fe católica, expresa que se encontraba “haciendo una consagración a Jesús por medio de María y en uno de los encuentros se habló de la vanidad. “Para mí el mensaje estaba más que claro, yo sentía en mi corazón que definitivamente era esto”. Empieza a leer e investigar del tema, “me di cuenta de que no era la única, miles de mujeres en el mundo estaban sufriendo lo mismo que yo”, cuenta.
Johana volvió a visitar al profesional que la implantó, en donde confirma que sí padece este síndrome. “me dijeron que tenían que extraerme los implantes y limpiar muy bien los restos”. La operación tenía un costo de entre $15 y $20 millones “Yo solo podía pensar con qué plata me iba a quitar eso”.

En septiembre de 2022 viajó a Cartagena en compañía de su mamá para que un cirujano plástico reconstructivo, le extraiga los implantes mamarios. Decide operarse, aun sabiendo el riesgo que tenía por el marcapasos. Cinco horas después y tras muchas complicaciones en medio de la cirugía, como intubación, arritmia, tejido muerto, sangrado excesivo, “volví a vivir”, cuenta Johana con alivio.
Consiguió el dinero con mucho esfuerzo por medio de rifas y un préstamo en una cooperativa de ahorro y crédito. Esto hizo que hoy Johana pueda estar retomando sus actividades y sienta que es una persona nueva. Espera con su testimonio que este tema no pase desapercibido y que sea, por su experiencia que muchas otras mujeres de la región no tengan que padecer tantos años el dolor a causa de este síndrome. Según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (SAPS) en 2021 en Colombia hubo 10.764 explantaciones de implantes mamarios, lo que representa un aumento del 62,21 % frente al 2020 cuando se realizaron 6.636 procedimientos de este tipo. Muchos de estos procedimientos se han hecho de manera preventiva como también a causa del síndrome de Asia, tal y como Johana tuvo que padecerlo.