Es evidente el interés que se tiene en el oriente del departamento de Antioquia para el asentamiento de numerosos proyectos de generación de energía. Nuestro patrimonio hídrico es tal, que ha llamado la atención de diversos inversionistas conformados por empresas públicas, privadas e incluso mixtas, que están pujando por explotar la región a través de pequeñas centrales hidroeléctricas (PCH), lo que los ha hecho interesarse por adquirir las respectivas licencias ambientales para materializarlos.
En los últimos años el número de solicitudes de licenciamiento ambiental se han incrementado considerablemente y uno de esos municipios sobre sobre los que se ha posado la mirada es Cocorná. En este municipio a la fecha se han ejecutado tres proyectos hidroeléctricos: PCH El Popal, PCH El Molino y PCH San Matías; y uno más en su área de influencia llamado Central Hidroeléctrica (CH) San Miguel, que tiene mayor impacto en los municipios de San Luis y San Francisco.
Cuando arrancaba el mes de abril del presente año, los cocornenses recibimos la noticia del otorgamiento de licencia ambiental para la construcción de una nueva PCH sobre el río Cocorná de nombre Pantágoras. La preocupación por esta determinación se hizo latente en la comunidad, pues al día de hoy el río Cocorná tiene una PCH construida (PCH Popal), dos con licencia ambiental y pendientes de construcción (PCH Cocorná I y, recientemente, PCH Pantágoras), otra más en proceso de licenciamiento (PCH Cocorná III) y una que puede retomar la solicitud (PCH Cocorná II).
De inmediato la pregunta que empezamos a hacernos fue: ¿Cómo es posible que, sobre un río que cuenta con una PCH construida y otra licenciada, ahora se licencie otra PCH más? Y el cuestionamiento se hizo aun mayor al reconocer el interés por licenciar otras más: ¿Será posible que un mismo río pueda llegar a soportar hasta cinco PCH?
Nuestra preocupación, más que evidente, por el camino que estamos transitando hacia la sobreexplotación del río que trae consigo la fragmentación del ecosistema, cambios en los caudales y acumulación de sedimentos, sumándole además las propias problemáticas ambientales, económicas y sociales que se van a tener en las zonas de influencia de estos proyectos.
Desde el territorio hace varios años venimos solicitándole a CORNARE, la realización de un estudio de capacidad de carga o la adopción de metodologías para determinar medidas de sostenibilidad sobre los ríos de las cuencas de su jurisdicción. La importancia de este estudio o metodología radica en determinar la capacidad de los ríos para soportar este tipo de proyectos, así como satisfacer las necesidades de las comunidades mientras se garantiza la conservación del caudal para sostener el ecosistema. Incluso dicha herramienta permitirá definir ríos para su protección o exclusión de actividades de infraestructura y otras actividades.
El Oriente tiene que ser un referente nacional en la conservación de los ecosistemas de agua dulce, pero para esto necesitamos que la Corporación Autónoma Regional ponga de su parte, pues hasta el momento sólo ha priorizado la conservación de ecosistemas terrestres.
Hoy nuevamente pedimos a Cornare abstenerse de otorgar más licencias para este tipo de proyectos hasta tanto se realice una revisión técnica y legal para definir capacidad de carga y la determinación de áreas para la protección de ecosistemas de agua dulce en las cuencas de su jurisdicción.
Las opiniones expresadas en esta columna de opinión son de exclusiva responsabilidad de su autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de La Prensa Oriente.