Ana Milena Franco Ospina, comunicación Social UCO.
El Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia ICPA, en convenio con Cornare, ejecuta el proyecto “Especies, producción y comercialización de flores tradicionales y plantas aromáticas en Santa Elena”, cuyo propósito es identificar y recolectar las especies cultivadas históricamente en este lugar por medio de una participación intergeneracional.
Para el análisis de las especies, que hoy son escasas en el territorio, se lleva a cabo un ejercicio de exploración de la comunidad silletera. Así, se han seleccionado treinta familias que colaboraron -por medio de entrevistas personales y visitas domiciliarias, en conjunto con los líderes sociales y habitantes de gran arraigo- con la recuperación de información ancestral. Las encuestas utilizadas fueron diseñadas con el fin de generar un conversatorio con la persona encuestada.
Hasta el momento se han dictado cinco talleres que pretendían capacitar a la comunidad sobre la propagación de plantas a partir de esquejes y semillas, para así dar a conocer el patrón básico de la estructura de la flor, exponer los tipos de reproducción vegetal y diversidad genética que presentan las plantas, explicar los diferentes tipos de frutos y semillas con su posterior manejo en viveros y, por último, la creación de los centros de reproducción vegetal. En los talleres se contó con una participación intergeneracional de niños de 10 años hasta adultos de 86, y con una asistencia de 20 o más personas por taller.
Resultados del proyecto: recolección e identificación de especies
Se reportaron 89 especies ornamentales -como las flores de Agapanto, Cartucho, Clavel y Estrella de Belén- que en su totalidad son utilizadas en la creación de las diferentes silletas que hacen parte de las cinco categorías existentes para estas (tradicional, monumental, emblemática, comercial y artística), y 68 especies de plantas aromáticas -entre las que están el cidrón, citronela, flor de victoria y limoncillo- que en su totalidad tienen uso medicinal y de las cuales un 17% son usadas además para condimentar los alimentos -como el apio, ajo y la yerba buena-, todo esto según los resultados del informe final del proyecto.
“Al analizar la información nos percatamos de que la mayoría de las plantas ornamentales son plantas introducidas de otros lugares, como Europa, Asia y África, lo que quiere decir que muchas de las plantas nativas se han dejado de sembrar. Y con las plantas aromáticas es increíble ver cómo aún hay personas que condimentan con lo que tienen sembrado en sus huertas y no con productos comerciales”, afirma el doctor Mario Alberto Quijano Abril, docente investigador de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica de Oriente, quien coordina el proyecto.
Establecimiento de los centros de reproducción vegetal
Se eligieron 10 lugares de manera estratégica entre Envigado, Guarne, Rionegro y Medellín para la realización de los centros de reproducción vegetal buscando una buena distribución por todo el territorio de Santa Elena. En estos lugares se buscó que los parámetros básicos de diseño permitieran la reproducción de especies a partir de semillas y esquejes. Las especificaciones técnicas corresponden a las de un invernadero para el cultivo de especies florísticas.
En el municipio de Envigado se ubicaron dos viveros en las veredas Pantanillo y Perico en las propiedades de Milton Eduardo Ríos Salazar y José René Ríos Gómez, respectivamente. En la ciudad de Medellín se realizaron en total cinco, en la vereda El Plan en la propiedad de Fidel Aníbal Grajales Grajales, en El Placer en la propiedad de Juan Fernando Londoño Giraldo, en Barro Blanco se ubicaron tres viveros en las fincas de Iván Londoño Amariles, Rosa Angélica Londoño de Soto y Joaquín Zapata Amariles. En el municipio de Guarne se situaron dos viveros: uno en la vereda San Migue,l en la propiedad de Hermilda de Jesús Flórez Flórez, y otro en San Ignacio en la propiedad de Juan Bautista Patiño Grisales. En Rionegro se realizó uno en la vereda La Quiebra, en la propiedad de Clara Elena Grajales Sepúlveda.
Opinión de la comunidad frente al proyecto
El fin último del proyecto, a parte de la identificación y recuperación de las especies tradicionales, es potencializar el cultivo de estas plantas ornamentales y aromáticas que se han vuelto escasas en su propio territorio, con lo que se pretende dinamizar la tradición silletera que, por el imperialismo capital, está perdiendo su valor simbólico cultural. “El tener un vivero en tierra propia es una gran oportunidad para emprender, saber manejarlo y poder comprender más sobre las especies que siempre nos han rodeado”, dice Milton Eduardo Ríos, floricultor beneficiado con uno de los viveros en su predio ubicado en la vereda Pantanillo, de Envigado.
Cabe resaltar que este no es el único proyecto que se ha elaborado en el territorio y la comunidad teme que éste, como otros, la deje en el olvido. “Sí es muy bueno tener el vivero cerca y no tener que desplazarse hasta otra parte por una flor, pero sería mejor si las entidades que lo realizaron sigan velando porque estos espacios se estén usando bien y nos sigan capacitando” manifiesta Joaquín Zapata Amariles, floricultor beneficiado con un vivero en su propiedad ubicada en Barro Blanco, de Medellín.
“Ahora la tarea de la comunidad es apropiarse de estos viveros, arraigarse más a su territorio y sentirse identificado culturalmente en cada especie. Se tiene prevista una segunda fase del proyecto para fortalecer los centros de reproducción vegetal y seguir trabajando con los silleteros”, declara María Cristina Franco, ingeniera ambiental y profesional social contratista de Cornare.