Por: Johanna R. Atehortúa
Alejandro Restrepo Echeverri, tiene 13 años, 86 cubos de Rubik y muchas ganas de dar a conocer este adictivo juego. Este rionegrero, lleva la mayor parte de su vida entrenándose para entrar a competir con los grandes. Hace un año lo logró y ahora lleva un camino de triunfos. Ha participado en torneos en Bogotá donde obtuvo un segundo puesto con un tiempo récord de 2 segundos y 31 milésimas; y en Medellín con un tiempo de 4 segundos con 41 milésimas, en su categoría principal que es el Skewb, un cubo mecánico con ocho esquinas y seis centros, compuesto por piezas que pueden rotar y cambiar de posición.
Este joven de octavo grado, que se destaca por ocupar siempre los primeros puestos de las pruebas saber, aprendió las técnicas de los cubos de Rubik a través de vídeos en internet. Le gustan los rompecabezas, los videojuegos, el ajedrez, la natación, el trabajo social, la música, y la robótica, y se proyecta como un excelente ingeniero de sistemas, sin dejar a un lado su gran pasatiempo que son los cubos de Rubik. Alejandro es posiblemente el único rionegrero que ha ido a competencias gracias a este juego.
Este apasionado de los cubos se describe como un niño diferente a los demás, con una personalidad muy cambiante, analítico e inteligente. Ha conseguido amigos de diferentes partes del país que comparten el mismo amor y respeto por esta disciplina, dice que es una comunidad muy agradable donde ha hecho grandes amistades.
Su papá, Juan Fernando Restrepo, lo describe como un niño muy brillante, que aprendió a hablar y a leer muy rápido, con una mente muy amplia y un gran conocimiento general; nunca se imaginó que este juego se convertiría en su gran pasatiempo, lo que sí tenía muy claro era que lo que ‘Alejo’ eligiera para su vida, lo iba a hacer muy bien.
Aunque este jugador dedica la mayor parte de su día a los cubos de Rubik, también tiene clara sus obligaciones. Desde hace cinco meses, Alejandro, junto a toda su familia, tienen una banda marcial, un proyecto que nació gracias a su padre y ahora está a cargo de este niño que toca la lira. Este proyecto, que ya ha realizado cuatro presentaciones, cuenta con la participación de 64 niños y jóvenes.
Pero este no es el único proyecto que tiene Alejandro a su corta edad, también quiere llevar su gran pasión por este juego a Rionegro, por medio de una idea que desarrolla con Juan Fernando Restrepo, su padre. Lo que busca es incentivar a la gente a competir, a hacer torneos oficiales en el municipio. Ya han tenido acercamientos con el director del IMER, quien se muestra muy interesado en el tema; sin embargo, sabe que hay dificultades en la región en cuanto a esta disciplina del cubo de Rubik.
Alejandro seguirá siendo uno de los mayores exponentes de esta disciplina en el Oriente antioqueño, trabajando fuertemente y tratando de lograr cada vez un nuevo récord que lo lleve a ser uno de los mejores jugadores del cubo Rubik en el mundo. Por lo pronto, su próxima meta es superar la cuarta categoría en el torneo que se realizará el 20 de octubre en Soacha, y se contempla su participación en los juegos Suramericanos Brasil 2018 para el mes de diciembre.
El cubo Rubik
Fuente: Diario La Prensa
Creado en 1974, el juego fue un invento de Ernő Rubik, profesor de arquitectura en Budapest, Hungría. Ernő estaba obsesionado con las figuras geométricas y su construcción en 3D, llevaba tiempo intentando que éstas se pudieran mover internamente sin romperse. El invento fue todo un éxito.
La compañía Ideal Toy Corp hizo un trato con Rubik para vender millones de copias del curioso juguete que lo llevó a ser un empresario millonario.
El cubo Rubik es un rompecabezas mecánico tridimensional que posee, tradicionalmente, seis colores: blanco, rojo, azul, naranja, verde y amarillo. Un mecanismo de ejes permite a cada cara girar independientemente, mezclando así los colores. Para resolver el rompecabezas, cada cara debe volver a quedar en un solo color. En 1980 ganó el premio alemán al mejor juguete del año en la categoría de rompecabezas.