Recorrer la vereda Pantalio del municipio de La Unión es una oportunidad para vibrar con la tranquilidad de una zona que aún conserva sus montañas, una vocación agrícola viva, disfrutar del aire del campo, la amabilidad y ambiente hogareño de sus habitantes, quienes ya se han acostumbrado a sentir el sonido de los aviones que pasan por encima de sus cerros de forma constante. Esta vereda es una de las más antiguas del municipio, habitada por aproximadamente 100 familias, que se han dedicado a la producción de leche y la agricultura, allí los cultivos de: fresa, granadilla, papa, zanahoria, mora, tomate y arándanos están presentes en grandes extensiones de tierra.
Caminar esta zona del Oriente Antioqueño lleva al visitante inevitablemente a conectarse con una de las tragedias más recientes de la aviación y del deporte. Al adentrarse en este territorio, aparecen poco a poco los recuerdos. En algunos días se cumplirá el aniversario número ocho del accidente del avión de Lamía que transportaba al equipo Chapecoense Real a la final de la Copa Sudamericana 2016. Los habitantes de Pantalio miran atrás y evidencian lo que ha pasado en su vereda después de la noche del 28 de noviembre en que el ruido de las ambulancias y las noticias los alertaban de algo grave que había ocurrido en la parte más alta de su territorio.
Un antes y un después para las 100 familias que habitan Pantalio
Pantalio es una extensa vereda que sufrió las secuelas de la guerra durante muchos años. Aunque la tranquilidad había regresado, una tragedia inesperada reavivó sentimientos de dolor, muerte y esperanza. Suena paradójico e incluso frívolo, pero las dinámicas cambiaron tras el accidente: los suelos se valorizaron y, lo que antes era un pantano, hoy presenta un panorama transformado. Gracias a las mejoras en sus vías, Pantalio ha conservado su vocación agrícola y ha abierto sus puertas a miles de nuevos habitantes. El pueblo ahora se siente diferente; es común ver el «Bem-vindo» en portugués, dando la bienvenida a los visitantes. En diversos lugares, los nombres de 71 personas sin vínculos previos con el territorio se entrelazan con los de las familias tradicionales de la zona, como los Guzmán, los Botero, los Carmona, los Rodríguez y los López.
En el recorrido por este territorio, una vivienda en la cual está exhibida una parte del ala del avión siniestrado es uno de los puntos que empieza a dar pista de que ocho años después los recuerdos siguen vivos, allí Albeiro Valencia habitante de la vereda decidió convertir su casa en un museo. Un balón, fotografías y diferentes objetos del avión están expuestos.
Más adelante en las afueras de otra vivienda, pueden apreciarse todas las fotos de víctimas fatales y sobrevivientes del accidente, un escudo del equipo Chapecoense Real y las banderas de Brasil y Bolivia.
Y es que aquel noviembre del año 2016, generó un antes y un después para las familias que presenciaron, auxiliaron y vivieron el día a día después de la tragedia que dejó más de 71 personas fallecidas.
Han pasado ocho años y el Cerro Gordo de ese entonces, ahora llamado Cerro Chapecoense recibe cada año, a cientos de personas, que por curiosidad o en forma de homenaje llegan al lugar. Según Yuliana Estrada, profesional de la oficina turismo de La Unión, Pantalio hoy es la vereda más visitada en el municipio “Las personas llegan especialmente del Valle de Aburrá, del mismo oriente, del eje cafetero y vienen muchas personas de otros países. Por eso el turismo hoy hace parte fundamental de la vereda. Todo influenciado por querer conocer lo que pasó con el accidente”, puntualizó.
Recorrer la vereda en 2016 y 2017 llevaba al visitante a cargarse de paciencia, a condiciones distintas para la movilidad. Luego del accidente las miradas del mundo se clavaron sobre este territorio. Hoy Pantalio tiene gran parte de sus vías de acceso cubiertas por placa huella. Las dificultades que pasaron los socorristas en la noche de la tragedia dejaron en evidencia las difíciles condiciones que pasaban sus habitantes para el transporte de los productos de los cultivos y la leche. Este es uno de los cambios latentes para quienes por años han habitado allí; más de 3.000 metros de placa huella que han mejorado las condiciones de movilidad.
Un paso para los proyectos de turismo en la zona
El comercio también ha llegado, unos pocos metros antes del cerro donde ocurrió la tragedia surgió una iniciativa privada denominada Ecoparque Chapecó. Un proyecto que para muchos de los que llegan a la zona brinda comodidades que no existían, para otros es la paradoja que dejó una tragedia.
“La gente me pregunta si me estoy lucrando de la muerte para hacer dinero en el lugar, eso no es así. Simplemente se fueron creando muchas necesidades, ante la cantidad de gente que estaba llegando. Y pedían un baño, buscaban agua o un café, o donde parquear un carro o incluso quien les podía contar la historia de lo que pasó aquí. Entonces se fue creando esa necesidad y decidí prestarle este servicio al mundo. Y empecé y estamos aquí en la montaña, donde ocurrió la tragedia de Chapecoense”, asegura Gordo Lindo, quien prefirió no entregar su nombre de pila, pero es ampliamente conocido en el lugar y hace parte de una de las familias que está más cerca de la zona donde ocurrió el siniestro.
Las dinámicas en Pantalio, cambiaron tanto que hasta allí fueron transportados por partes dos aeronaves, que se encuentran ubicados en espacios distintos y que generan la curiosidad en medio de las dinámicas agrícolas de sus habitantes.
El tema de los aviones, es que aquí hay gente en esta región, de La Unión, de Nariño, Sonsón, Argelia que no conocen un avión. Y esto impacta. Demasiada gente viene y hace tres años que empecé este proyecto, mucha más gente llega y están buscando donde cayó el avión. Pero ya también llegan buscando los servicios que ofrecemos. Hay gente que llega de Brasil, de África, de Australia, de Inglaterra, entre muchos otros lugares”, aseguró Gordo Lindo, quien en los últimos tres años ha brindado atención a familiares e incluso sobrevivientes que han regresado al lugar.
En el mismo ecoparque yace el denominado Sendero de la Vida, el trazado del recorrido de los socorristas por tratar de mantener con vida a los sobrevivientes en la noche de ese 28 de noviembre. Incluso está el camino para acceder a la cima del cerro donde ocurrió la colisión.
Un total de 71 cruces blancas tienen nombre propio, allí invade la sensación de lo efímera que es la vida. Una capilla para oración también fue creada en el lugar y un mural que resalta en el verde de la montaña con las fotos, los nombres y la ocupación de cada persona que viajaba en la aeronave de Lamía: Entrenador, jugadores, médicos, periodistas, invitados e integrantes de la tripulación.
En el lugar, familiares de las víctimas también han realizado su proceso de duelo, han llegado desde otros países para pisar el terreno en el que sus seres queridos partieron sin regreso. Se observan homenajes como el de Ovar Fernando Goytia Vargas, copiloto del avión, una cruz ubicada en la punta del cerro revela el duelo que en la distancia atraviesan sus familiares.
La vereda Pantalio no existía en el mapa de cientos de personas que llegaron a ella por una tragedia, Jorge Arias, padre de Sissy Arias quien hacía parte de la tripulación también sintió que debía recorrer el cerro como parte de su proceso de duelo. En medio de su recorrido, argumentaba que su hija lo acompañaba. Sus palabras han llevado mensajes sobre los instantes de la vida y ese momento en que se emprende el viaje a la muerte “es cuando nos damos cuenta de que la muerte es el límite de la vida y que caminamos todos los días con ella; que convivimos con la tragedia, como si esta esperara que tropecemos”.
La historia seguramente pasará de generación en generación. Esta zona es de circulación estratégica de aviones, por su cercanía con el VOR, equipo que emite señales satelitales para la navegación aérea. Por eso los sonidos de los aviones que pasan, casi cada 10 minutos en una tarde, recuerdan lo que allí sucedió.
Pantalio cambió, la historia de vida de sus habitantes también, de un momento a otro su territorio se convirtió en un lugar de peregrinación constante, en palabras de uno de los lugareños “en esta montaña mágica, tuvo que ocurrir una tragedia, para descubrir el tesoro que teníamos aquí”.