Esta es una obra de la diócesis Sonsón Rionegro para la asistencia integral al sacerdote mayor para los efectos legales, conocida como la transfiguración. «Para vivir en Dios», es el eslogan que la caracteriza.
En el año 2008 se empezó a notar la necesidad dentro del clero diocesano de tener un lugar adecuado para que los sacerdotes que fueran entrando en avanzada edad pudieran seguir su ministerio con cuidados especiales en una casa que los acogiera. Ante esto, la iglesia empezó a desarrollar el proyecto de la casa sacerdotal en unos predios que pertenecían a la familia Garcés, el cual fue inaugurado el 9 de septiembre de 2010 con el nombre de Casa de La Transfiguración.
La Transfiguración es uno de los últimos acontecimientos de la vida de Jesús antes de pasar al encuentro con el padre. Este significado es una metáfora de la vida de los sacerdotes, pues se les permite estar en la casa sacerdotal, sus últimos años de vida antes de llegar a la casa del padre, para concretar su misión de evangelizar en la tierra. La casa sacerdotal está dirigida por el padre Víctor Cardona, y está administrada por el Capítulo Colegial Diocesano, una institución perteneciente a la Diócesis.
10 años después de la fundación de esta casa sacerdotal, el padre Víctor Cardona, le contó a La Prensa acerca de la fundación de esta infraestructura, y cómo viven los sacerdotes que llegan allí luego de su jubilación, el cual es legal a partir de los 75 años.
«Inicialmente este sitio estaba pensado para un lugar de paso, para personas desplazadas de municipios como San Francisco, San Luis, San Carlos, entre otros, en ese entonces estaba terminando su periodo monseñor Ricardo Tobón Restrepo, el anterior obispo de la diócesis, que quería que quedara plasmada la obra, y en esos ires y venires de la vida, fue trasladado a Medellín como arzobispo, entonces monseñor Darío Gómez Zuluaga, quien quedó encargado como administrador diocesano, cambió la idea y decidieron establecer la Casa Sacerdotal, el cual fue posible gracias a los recursos de la fundación Berta Arías de Botero y don Alonso Sanín«, expresó el padre Víctor Cardona.
En estos 10 años de fundación, manifiesta el director de la Casa La Transfiguración, han pasado varios sacerdotes diocesanos, de los cuales 13 han fallecido, y 26, provenientes de varios municipios del Oriente antioqueño, se encuentran actualmente pasando su jubilación en este hogar, que cuenta además con personal capacitado como enfermeros, psicólogos, mujeres de oficios varios, un conductor, una recepcionista, entre otros, para sus cuidados y atenciones especiales.
«Desde el principio se pensó que esta casa era para vivir en Dios, un eslogan muy bonito, y el cual se trata de vivir todos los días en la vida de ellos«.
Casa La Transfiguración
La vida ordinaria de esta casa sacerdotal, empieza con una eucaristía a las 7:30 am en la capilla central, en la que participan la mayoría de sacerdotes y se pide por la iglesia universal, por Dios, el Papa, los obispos y los diferentes procesos sacerdotales que haya en la Diócesis. Luego, se desayuna y posteriormente a las 11:30 am hay otra eucaristía para los que no asistan a la primera. Finalmente, después del almuerzo cada sacerdote tiene la libertad de usar la tarde para sus compromisos personales.
«El edificio cuenta con una capilla, 25 alcobas dobles y cinco sencillas, 2 salas de recibo, un salón de actos con capacidad para 120 personas, sala de televisión, sala de juegos, sauna, turco, ascensor, rampas, gimnasio, enfermería, oficinas de administración, casa de las religiosas encargadas del servicio doméstico, una dotación completa para este edificio y una zona verde con árboles y jardines«, expresó monseñor Adolfo Duque Arbeláez, residente de la casa, en su artículo «Casa Sacerdotal La Transfiguración, ‘Para vivir en Dios'».
Asimismo, monseñor Adolfo Duque le contó a La Prensa que vive en esta casa desde su fundación y ha escrito libros como la vida y obra de monseñor Alfonso Uribe Jaramillo, de Teresita de Jesús y Teresa de Ávila, además en sus ratos libres, le encanta leer en la biblioteca de la casa sacerdotal, de la cual es fundador. «En la academia me ponen trabajos y tengo que leer mucho. Esta biblioteca yo la fundé, le escribí una carta a todo el clero donde decía que me regalaran un libro, y vea cómo creció«.
Finalmente, manifestó que el mejor momento del día para un sacerdote es la celebración de la santa misa, pues es lo que justifica el sacerdocio, «por eso san Juan Pablo II decía: ‘el sacerdocio anciano es doblemente sacerdote, porque conserva lo fundamental de su vida que es la eucaristía».