Jorge Rivas Urrea, Exsecretario de Familia, Salud e Integración Social de Rionegro.
La salud es el equilibrio del cuerpo, del alma y de la comunidad donde se vive, por tal razón el sistema que quiera atender y garantizar el derecho a la salud debe colocar en el centro a la persona, a la familia y a la comunidad (Ley 1751 de 2015).
En 1992 teníamos nuestro sistema nacional de salud, a cargo del Instituto del Seguro Social, donde se atendía al trabajador y no había medicina familiar. Era un sistema de baja cobertura, existían los hospitales públicos como centro de la atención; la consulta externa, la atención de urgencias y la hospitalización era de “caridad” y el gasto de bolsillo con el médico de familia era la forma como se accedía a los servicios. Era común ver en los barrios al médico con su consultorio privado, donde atendía a toda la comunidad.
La ley 100 de 1992 establece un sistema de cotizantes y beneficiarios, y un sistema contributivo y subsidiado para el que no tiene capacidad de pago y carece de empleo o pensión, es un modelo de aseguramiento que debe garantizar la salud de sus afiliados. El sistema de salud colombiano, luego de la reforma comenzó a aumentar la cobertura de la población, mejoró el acceso y mediante mecanismos como la tutela redujo en forma importante el gasto de bolsillo, no siendo lo ideal.
Con el modelo actual se da una cooperación entre el sector privado, que en las ciudades capitales e intermedias sea el que más presencia tenga, y en el sector rural y disperso el sector público sea el que preste los servicios. En mi concepto, el sector privado es más eficiente al aprovechar la economía de escala y el sector público es más eficiente en lo rural y disperso por su responsabilidad social.
Pero es necesario de nuevo retomar la ley 1751 de 2015 donde estoy seguro de que se ha intentado implementar la Política de Atención Integral en Salud (PAIS), el modelo integral atención en salud (MIAS) y luego con el modelo de acción integral territorial (MAITE), y así avanzar en la garantía del derecho de la salud, la causa de este atraso es la desarticulación del sistema, la falta de continuidad en la atención, la competencia desleal que genera servicios de baja calidad y de altos reprocesos y riesgos, además, la desconfianza del privado de trabajar con el público, eso impide que las secretarías de salud departamentales y municipales sean agentes rectores y articuladores del sistema.
Por mi experiencia administrativa en lo público y en lo privado, la acción ganadora es la articulación pública y privada para atender un problema complejo como es el estado de una persona en salud y la enfermedad, es necesario una reforma del sistema, con concertación y avanzando sobre lo construido hasta el momento.
Darle de nuevo la importancia y el ente articulador a las secretarías de salud es una tarea necesaria para fortalecer el sistema de promoción, prevención y anticipación en salud. El modelo de aseguramiento, con la gestión de riesgo, con la gestión de la calidad en la atención es necesario y por ende el rol de las IPS y EPS se debe fortalecer.
La atención primaria, la medicina familiar y la capacidad de atención del equipo de salud se debe resignificar y ampliar su campo de acción para que en barrios y veredas se sienta efectivamente su presencia, sea más resolutivo e integrador y se identifiquen como actores fundamentales del cuidado de la salud.
Finalmente, mientras no se forme contundentemente a las personas, a las familias y las comunidades en autocuidado y estilo de vida saludable como un deber de cada uno de nosotros, ningún sistema tendrá éxito.
* Médico, aspirante a la alcaldía de Rionegro, especialista en Administración de la salud y magister en Gerencia de Empresas Sociales.
*Las opiniones expresadas en esta columna de opinión son de exclusiva responsabilidad de su autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de La Prensa Oriente
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