Por: Laura Alejandra Bedoya Loaiza, estudiante de Comunicación Social
Sonsón, Antioquia, un municipio que logró reconstruir su historia y confrontar las secuelas del conflicto armado, educando a su pueblo.
Sonsón es un municipio ubicado en el Oriente antioqueño, destacado por su arquitectura, su páramo y la energía de su gente. Sin embargo, es una lástima que también se le caracterice por ser uno de las principales víctimas de la violencia, habiendo sufrido aproximadamente 32 años.
Lo más valioso que queda de esos años de pavor, es la memoria de la gente, que, aunque sufrió mucho, es el único puente para poder construir y relatar un suceso histórico que cuesta recordar, pero que ha sido una singular manera para gestar proyectos de cambio.
Al margen de la vicisitud que se ha alcanzado, Sonsón ha logrado un desarrollo, tras la idea de transformar un lugar que antes se quería borrar del mapa, debido a que fue el nido de varios grupos armados para hacer cualquier tipo de daño a quienes eran inocentes y poder sembrar miedo en el territorio. Cierto es que no se podía eliminar este lugar, pero algo mucho mejor, que ocurre varios años después de que pasa toda esta catástrofe, es la renovación que nadie imagina y en defecto que toda nación necesita.
Hace 14 años se decidió dar gran inauguración a un espacio que ha abierto las puertas de la educación para la población sonsoneña. La Universidad de Antioquia, llegó hasta los rincones de esta región para brindar oportunidades que modificaron el futuro de los jóvenes, con un gran objetivo, libre de violencia. El alma máter con cierta propuesta cambió la visión de los habitantes, denotando que sí es posible darle valor a aquello que tanto despreciamos.
Nadie imaginó que “La Pinera”, un parque recreativo al que muchos temían ir, un lugar que estaba prácticamente perdido por la maleza, donde se derramó la sangre de 18 jóvenes en un enfrentamiento entre las autodefensas y el ejército, el sitio más ruidoso del pueblo y en el que muchos se salvaron de morir, por suerte, podría ser una de las sedes de la UdeA, un espacio para educarse y aprovechar tantas oportunidades arrebatadas en este tiempo. Tal como lo dijo un líder sonsoneño “el fin de que se construyera allí, era quitarle ese estigma de violencia a ‘La Pinera’, y que renaciera la esperanza”.
Gracias a esto puedo decir que me siento orgullosamente sonsoneña, me alegra ver el trabajo de los campesinos que han hecho lo mejor por nuestro municipio, valoro la valentía de la gente que no tuvo miedo a desamparar sus raíces y a creer en que sí era posible confrontar la historia. Yo como joven, que he estudiado y comprendido la guerra, veo un nuevo brillo y siento un olor a paz cuando respiro en los lares de mi bello Sonsón.