Leyendo: Memoria y re significación con víctimas de la violencia en El Santuario

Memoria y re significación con víctimas de la violencia en El Santuario

Alexandra Aristizábal Gómez

Comunicación social UCO, Aristizabalalexandra@hotmail.com

Desde el 1996 hasta el año 2001, El Santuario sufrió más de cuatro masacres. Al primero de noviembre del año 2019, 7259 víctimas del conflicto armado han sido reconocidas, es decir, casi el 21% de su población. Una de ellas, Blanca, madre cabeza de hogar, quien a causa del conflicto armado se tuvo que desplazar de la vereda La Esperanza en dos ocasiones, dejando sus sembrados allí. Para su sustento y comida diaria se dedica a trabajar con material de playa, en otras palabras, sacar piedras, y gravilla del río. “Yo me sueño un futuro mejor, que nos pueda cambiar la vida, que no tengamos que sufrir tanto como lo estamos ahora”, dice ella.

“La Mesa Activa De Familiares De Personas Dadas Por Desaparecidas es una organización del municipio que se ha proyectado en los últimos años, con refuerzo en su unidad o enlace de víctimas con personal del tema jurídico, pero también desde la parte psicológica para que haya un acompañamiento integral, no solamente desde lo social, sino, también desde las partes legales que va teniendo la población que ha sido víctima de la violencia”. Así lo indica Juan David Zuluaga Zuluaga, alcalde del municipio, quien se muestra muy comprometido con las víctimas. 

Desde la administración de este año, viene acompañando el proyecto, aunque es un proceso que se ha venido adelantando desde el año 2018, en el cual la Mesa Activa tomó fuerza y reconocimiento en el municipio. 

Cuenta Zuluaga que el propósito de este enlace es poder garantizar los derechos de la ley de víctimas, en materia legal y constitucional que tienen las personas que han sido sometidas a esta condición. 

En la misma línea, Jazmín Escobar, abogada, encargada de la mesa, coincide con lo comentado por el alcalde, y es que el propósito principal con estas personas es que se vean restablecidos sus derechos, que sientan el acompañamiento —que no están solas— que no se tengan que desplazar a otros lugares a buscar ayuda, sino que se les puedan solucionar en el municipio.

“A mí me encanta estar por y para la gente”, afirma Escobar. “Se debe tener muy en cuenta a las víctimas en la participación ciudadana, y no excluirlos de ninguna manera. Por el contrario, hacerles sentir que tienen un respaldo. Gracias a Dios desde el 2012 no se han vuelto a presentar hechos victimizantes en nuestro municipio, si hay personas afectadas es porque son de otros corregimientos”, concluye ella.  

Por el contrario, Lizeth Vázquez, trabajadora social e integrante de la mesa activa, piensa que la violencia no ha desaparecido, que se ha naturalizado esa forma de relacionarse, que, en cierta medida, hay apuestas por la paz, por la construcción de memoria histórica, pero esto no ha permitido la completa desaparición de violencia. 

Las mismas ocupaciones individuales, y la misma responsabilidad social, han asimilado la agresividad y la violencia como manera de relacionarnos. La forma en como nombramos al otro, la misma realidad y sus contradicciones, que es válido y que no, esas también son formas de violencia”, explica ella.  

Sin embargo, como sociedad civil yo pienso que debemos hacernos conscientes de nuestra historia y de la responsabilidad que tenemos con las personas del conflicto armado, porque la superación del dolor y del sufrimiento no solo les compete a ellos, nos abarca a todos para que estos problemas no se reproduzcan ni se repitan como está sucediendo en este momento”, opina Lizeth.

Argiro Quinchía, artista santuariano de 45 años, realizó un mural en colaboración con otros artistas del municipio, como proceso de reivindicación con las víctimas. “Colombia es un país que olvida muy fácilmente y muy rápido, entonces lo que se está pretendiendo sobre todo en los últimos 15 o 10 años es que la memoria en Colombia no se nos pierda, porque siempre ha sido así”, comenta el artista, “Es decir, tenemos como una memoria de lo bonito, de lo rosa de Colombia, pero también tenemos una memoria de lo violento que es nuestro país y yo creo que esa memoria es supremamente importante, puesto que es lo que nos ayuda. Primero, a reconocernos como un país en un conflicto y que eso nos permita tener elementos, para que digamos: no, eso no lo podemos repetir, eso no lo podemos volver a hacer, que esa premisa quede como en el imperativo social” reafirma él.

Como creador del mural, se siente muy conmovido por las historias que narraba o transmitía por medio de su obra, cuenta que una cosa es lo que uno ve en noticias, pero cuando hablaba con las víctimas era ahí cuando captaba la verdadera dimensión del conflicto y la dimensión del dolor de mucha gente de Colombia. 

Lizeth Vásquez, trabajadora social de la Mesa Activa presenció uno de los hechos más bonitos respecto al mural.  

“Una vez llegó un señor, Tulio Adán a quien le asesinaron a su hijo que trabajaba en el parque principal de El Santuario, él sacó la foto del hijo y dijo: yo voy al parque —lugar donde se encontraba el mural— y no lo veo ahí y quiero que esta foto aparezca. Por el material en el que se había hecho el mural no pudimos reacomodarlo para integrar la foto de él”, expresaba Vásquez, “pero en la calle siguiente gestionamos personas comerciantes del municipio, y gracias a ellos se hizo realidad, el artista que hizo el anterior mural que fue de Cuerpo y Territorio pintó a Tulio Adán con la foto de su hijo” señala ella. 

 El Santuario además de la mesa de víctimas y una mesa de desaparecidos, tiene de manera institucional con la ayuda de la Subsecretaria de Gobierno el enlace de víctimas que trabaja articuladamente con toda la entidad, toda la institucionalidad y con el gobierno municipal para trabajar y conocer el estado en el que se encuentran los procesos de muchas víctimas de la violencia.

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