Por: Oscar Morales Orozco
Director Actualidad Oriente y Actualidad Política
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El reciente caso donde una mamá zarigüeya murió “fumigada” con matamaleza junto a sus 5 crías, en zona rural de El Carmen, no sólo generó repudio entre los ciudadanos, sino que encendió de nuevo las alarmas sobre los altos índices de ataques a la fauna silvestre y doméstica que se tienen en el Oriente Antioqueño y el país, ignorando que todas las especies vivas tienen un papel fundamental en el ecosistema, y que además, en Colombia existe la Ley 1774 de 2016 que castiga con cárcel y multas cualquier tipo de ataque contras los animales.
Según esta Ley, que al parecer muchos desconocen, “el Estado colombiano establece que los animales vertebrados como seres sintientes no son cosas, sino que recibirán especial protección contra el sufrimiento y el dolor, en especial, el causado directa o indirectamente por los humanos”.
Es tal el desconocimiento, la ignorada intencional que se tiene de la Ley 1774 o el nivel de maldad que muchos tienen en su interior, que según datos de Cornare, más de 100 mil animales silvestres son atropellados al año en el Oriente Antioqueño; eso sin sumar que todos los días son constantes las publicaciones en redes sociales o los reportes sobre casos como los de la mamá zarigüeya con sus crías en El Carmen; la del perrito que fue arrastrado por una camioneta en plena autopista Medellín-Bogotá; la de la perrita que fue abandonada con sus hijitos dentro de un costal en la vereda Uvital de Nariño; entre muchos, muchos otros.
Y aunque cada vez son más los esfuerzos de las Autoridades y Fundaciones por crear campañas o grupos dedicados a frenar los casos de maltrato animal, infortunadamente los registros dan cuenta de lo infructuosos que han sido esos esfuerzos o de la falta de voluntad de los seres humanos para respetar, convivir y reconocer el importante papel de los animales en este planeta.
Solo para dar dos ejemplos del favor que nos hacen los animales, las zarigüeyas a las que algunos atacan con piedras, palos o venenos, son las encargadas de esparcir las semillas a lo largo de sus recorridos, que después se convertirán en palos de guayabas, naranjas, limones, mandarinas u otros especies vegetales y frutales que alimentarán al ser humano. Lo mismo pasa con los gallinazos, cuya misión principal es combatir ratas, plagas y desperdicios para evitar que enfermen a las personas.
Nada, absolutamente nada está en el planeta porque sí; sin duda alguna misión tendrá. Por eso aplaudo iniciativas como las de Cornare, Devimed y la Concesión Aburrá Oriente con la que pretenden disminuir los casos de atropellamientos en las vías; como las de las Alcaldías a través de sus Secretarías de Ambiente; como las de las Fundaciones Protectoras de Animales; como las de la Policía y la Fiscalía que destinaron grupos especiales para castigar a quienes maltraten los animales, y como las de cientos de ciudadanos anónimos que trabajan por defender a los que no tienen voz.
Solo falta que quienes aún persisten en sus comportamientos violentos, crueles, maldadosos y desequilibrados ¡reflexionen y paren ya!
*Las opiniones expresadas en esta columna de opinión son de exclusiva responsabilidad de su autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de La Prensa Oriente