Por: Carlos Humberto Gómez *
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Hablando con los alcaldes que asumieron el primero de enero, coinciden en la necesidad de resolver sus asuntos comunes en un diálogo regional que permita avanzar y afrontar los retos que supone el desarrollo del Oriente antioqueño, tal como les fue confiado por los electores el pasado 29 de octubre.
Y los proyectos de gobierno que fueron construidos de la mano de las comunidades y de sus equipos de trabajo, dan cuenta de la necesidad de la interlocución supramunicipal. Ese documento hará la diferencia en el primer año de gobierno, con el cual se proyectan las bases de sus planes de desarrollo que en el primer semestre de 2024 verán la luz.
Cabe destacar que como nunca antes, se dio una coincidencia en la mayoría de los ahora mandatarios, que se mantuvo durante el proceso preelectoral y que dejó atrás tabúes sobre la necesidad de la conformación de un esquema asociativo que dé respuesta a buena parte de las necesidades particularmente en el Valle de San Nicolas. Esa sola mención años atrás generó divisiones y malestar que hoy parecen superados, con la claridad que mejorar las condiciones de seguridad, movilidad y protección de los recursos está en la agenda prioritaria de sus mandatos.
Sin duda se configura un escenario político favorable a la propuesta de constitución de un Área Metropolitana como espacio de integración territorial con herramientas para tomar decisiones más allá de cada localidad, y la sinergia para buscar una interlocución fluida con el gobierno departamental que propondrá avanzar rápidamente de este proyecto. Un Área Metropolitana permitiría una mejor gestión de los servicios públicos, como el transporte, la educación y la salud. Además, se podrían realizar proyectos de infraestructura de mayor envergadura y se fomentaría el desarrollo económico de la subregión.
La decisión no se hará esperar en los gobiernos locales que tendrán que vencer -no todos-, los escepticismos que han manifestado, solo falta la voluntad política. Movilidad sostenible, vías doble calzada y autoridad de tránsito en el territorio dejarían capacidades que hoy son aún utópicas. Lograr que los tiempos de desplazamiento y la seguridad vial estén por encima de los intereses de uno u otro, hará posible que los niveles de desarrollo de muchos de los municipios sean diferentes, con más oportunidades.
Y las demás zonas como Bosques, Embalses y Páramo con su propia dinámica será la más beneficiadas por que los asuntos que se resuelven en Altiplano impactarán favorablemente en sus localidades. Mantener la interlocución entre Entidades territoriales del Oriente antioqueño hará diferencia con la réplica de proyectos por ejemplo con recursos de cooperación, que lleguen a los municipios especialmente de sexta categoría que dependen de ingresos propios con recaudos cada vez más limitados. El ejercicio hecho por la alcaldía de Rionegro en los últimos años ha impactado toda la subregión y logró abrir las puertas a una de las dificultades históricas que había experimentado este municipio y es que se vea al epicentro del Oriente antioqueño no como el más rico o el que quiere imponerse sobre el resto, al contrario, logró unir, lo que deja un escenario más que favorable a futuro, la Alianza Oriente Sostenible allanó un camino que se veía lejano hace algunos años.
La incertidumbre de la cofinanciación nacional
Y el -sin sabor- de lo que serán las inversiones del gobierno nacional en la subregión, dado algunas manifestaciones que dejan ver pocos megaproyectos y continuidad de obras que por lo visto podrían convertirse nuevamente en proyectos de papel. El mejoramiento vial hacia la zona de Embalses y la denominada ruta del Agua desde El Santuario hacia el Magdalena medio, la vía del Renacimiento que conecta el Suroriente de Antioquia con el Norte del departamento de Caldas y que sigue sin hacerse realidad a pesar que desde el 2016 se prometió asegurar los recursos necesarios para ello frente a campesinos de ambas jurisdicciones, la cual además haría honor a la promesa incumplida de reparación colectiva. Antioquia avanza en este último, más rezagado está Caldas en su compromiso con su jurisdicción. Se suma a ello la infraestructura hospitalaria y el déficit de vivienda que en la subregión marcan siempre indicadores en rojo, y que precisamente siguen sin ver avance en un gobierno del cambio que no arranca con la ejecución 18 meses después.
Pero no están solos: con la compañía de los gremios, de la institucionalidad de la subregión y de la Corporación Ambiental Cornare que seguirá siendo referente del país en materia de gestión ambiental, en lo que se ha denominado la primera fase de un Plan de desarrollo subregional, que se espera conocer en el primer semestre y que llevará a la visión del Oriente en el mediano y largo plazo.
Son muchos los retos, desearles a las 5 alcaldesas y 18 alcaldes, y por supuesto al gobernador, los diputados, Concejales y Ediles que inician su periodo que les vaya bien en sus gobiernos, en su gestión y en el control político -y como no- a las asociaciones de municipio como Masora, Corpobosques y Maser y las Provincias ABT y de la Paz que deben jugar un papel fundamental en el desarrollo, los funcionarios que harán parte de los gabinetes locales y departamental porque son ellos los protagonistas de esa locomotora que desde la subregión hará diferencia. Que al finalizar el 31 de diciembre de 2027 la constante sea que cumplieron y que la calidad de vida de los habitantes en el Oriente antioqueño mejoró según las posibilidades y como respuesta a lo que esperan los ciudadanos.
Tomar decisiones a tiempo podría hacer diferencia. El tiempo corre y mientras se llenan de más argumentos, los mandatos van contando los días y los meses.


