Tras las celebraciones de fin de año, las concentraciones de material particulado en el aire de la región Oriente Antioqueño incrementaron un 160%, según los resultados del monitoreo de calidad del aire realizado por Cornare. El análisis, basado en datos de seis estaciones ubicadas en municipios como Guarne, Marinilla, Rionegro, Guatapé, Jerusalén y La Danta, revela un aumento significativo en la polución luego de las festividades de diciembre 24, 25 y 31 de 2024, y el 1 de enero de 2025.
El uso de fuegos artificiales, principales responsables de esta alza, libera partículas contaminantes como PM10 y PM2.5, además de gases como dióxido de azufre (SO2) y óxidos de nitrógeno (NOx). Según los expertos, la concentración de estos contaminantes puede llegar a ser hasta ocho veces superior a los niveles normales en las horas posteriores a las detonaciones. De hecho, durante las celebraciones decembrinas, más del 70% de la contaminación atmosférica proviene de la quema de pólvora.
“Los efectos de los fuegos artificiales no solo impactan la calidad del aire, sino que también afectan la salud humana y la fauna de la región”, señaló Javier Valencia González, director general de Cornare. “Por eso, desde Cornare hacemos un llamado a la comunidad para que opte por prácticas festivas más responsables y sostenibles, priorizando el bienestar de los recursos naturales y los ecosistemas”.
Además de la contaminación del aire, el ruido generado por las detonaciones desorienta y estresa tanto a la fauna silvestre como a la doméstica. Durante las festividades, el Centro de Atención y Valoración (CAV) de Cornare atendió a 45 animales heridos o desplazados de sus hábitats, a causa de atropellamientos, abandono de nidos y lesiones provocadas por el impacto del ruido.
En cuanto a los efectos en la salud humana, los componentes químicos presentes en los fuegos artificiales, como el bario, el fósforo blanco y el nitrato de potasio, están relacionados con trastornos hepáticos, neurológicos y alteraciones en la oxigenación sanguínea. Además, la exposición prolongada al humo en espacios cerrados puede generar daños neurológicos, como el párkinson, alteraciones en la memoria y problemas cognitivos.
La recomendación de las autoridades es clara: minimizar el uso de fuegos artificiales y optar por alternativas que no pongan en riesgo la salud ni el equilibrio ecológico de la región.