SOFÍA MEJÍA SERNA
COMUNICACIÓN SOCIAL UCO, sofiamejiaserna@gmail.com
Entre el 2019 y el 2020, la Subsecretaría de Bienestar Social reportó por mes, entre dos y tres solicitudes de ingreso para adultos mayores. Y, hasta el 10 de marzo de este año, junto con el Centro de Bienestar Santa Ana, se han reportado 35 solicitudes de ingreso para adultos mayores. “Este año se ha incrementado mucho la expectativa con el Centro de Bienestar. Diariamente se acercan dos, tres personas, a preguntar sobre la disponibilidad de cupos, a pedir información sobre lo que se necesita para ingresar; el año pasado se recibieron aproximadamente 100 solicitudes. En estos momentos, de lo que va del año, todos los días llaman, preguntan, mandan cartas de interés, eso es mucho, pues el año pasado no hubo casi ninguna”, afirmó Cielo Muñoz, psicóloga del equipo psicosocial de la Subsecretaria de Bienestar Social y supervisora del convenio con el Centro de Bienestar Santa Ana.
Según datos presentados por la Subsecretaría de Bienestar Social de Rionegro, actualmente se cuenta con 23.000 adultos mayores, sin embargo, hay que resaltar que aunque se tienen programas de apoyo para beneficiar a esta población vulnerable, estas entidades no tienen cifras concretas sobre la cantidad de adultos mayores en estado de vulnerabilidad en el municipio.
A pesar de la entrada en vigencia de la Ley 1850 de 2017, con la que se sanciona el maltrato y abandono a los adultos mayores, los casos de abandono se siguen registrando en el municipio. Los practicantes del programa de Gerontología de la Universidad Católica de Oriente están realizando una caracterización, con los siguientes resultados hasta la fecha: el 9 de marzo pasaron el reporte al coordinador de la casa del Adulto Mayor, Juan Manuel Cataño Grajales, en el cual se han identificado 90 adultos mayores que han citado individualmente y hasta el momento 2 de los entrevistados están en situación de maltrato; la meta es caracterizar a 180 adultos para detectar si están o no en estado de abandono o vulnerabilidad.
Debido a la pandemia, en el Centro de Bienestar del Anciano, al ser una entidad institucional, se implementaron los protocolos de bioseguridad. Eso incluyó el tema del aislamiento, es decir, cero visitas de las familias, lo que ocasiona que el distanciamiento y el daño emocional de los habitantes del CBA fuese más fuerte. “En estos momentos, llevamos casi un año con un contacto mínimo con las familias, por medio de una llamada telefónica o en su defecto una videollamada; hace unos días se les permitió una visita, pero programada, por una ventana, pero ha sido muy difícil. Velamos por tener unos cuidados muy estrictos, porque ya pasamos por una crisis de la pandemia en la institución. A partir de enero 15 vivimos una situación de contagio y llegamos a tener 33 adultos positivos, pero logramos salir delante de la situación porque planteamos unos protocolos muy fuertes y muchos cuidados que en la institución seguimos al pie de la letra”, reafirmó la psicóloga.
Desequilibrio emocional
Sin embargo, no solo se trata del abandono ni del maltrato físico, sino del daño emocional y afectivo que los ancianos pueden sufrir por parte de sus familias, ya que llegan al punto de sentir que son una carga, y por este motivo, rechazados. “Ya no quieren al adulto mayor, ya lo quieren es sacar de taquito, dicen que ya no servimos para nada. A uno ya no le dan trabajo porque, supuestamente, uno no es capaz de nada y resulta y sucede que uno se va a trabajar y puede hacer más que lo que hacen dos de quince”, afirma Eduardo Antonio García Lotero, de 71 años, vendedor ambulante.
Según María Isabel Garzón Montoya, gerontóloga, en el 2020 las cifras de abandono aumentaron considerablemente en el mundo, con mayor impacto en adultos que tenían enfermedades preexistentes. Muchos de los familiares o los responsables de estos ancianos los dejaban en centros geriátricos, hasta en hospitales y jamás regresaron por ellos.
Hay que tener en cuenta que una de las principales razones por las que un adulto mayor es abandonado, es la edad, ya que deja de ser productivo y se empieza a volver “una carga” para la familia y para las personas que se responsabilizan por él.
“Nos encontramos con la triste realidad de ver a más de 100 adultos mayores en situación de mendicidad. Lo peor es que tienen familias exitosas, con bienes y con muchas maneras de darles, en términos económicos, una calidad de vida. Pero algo curioso es que muchos de estos adultos se sienten más cómodos y tranquilos en la calle, pues en sus familias no recibían ese reconocimiento afectivo y se sienten más reconocidos allí que por sus propios familiares”, expresó la psicóloga Duber Fanny Jurado Echeverría, desde la Corporación de Mente al Día, con la campaña “Ser feliz es cuestión de actitud”.
¿Qué está haciendo la alcaldía?
Dentro del Plan de Desarrollo de Rionegro se contempla un esbozo del plan de acción gerontológico en proceso de revisión y/o aprobación, por lo cual, aún no ha sido entregado, con lineamientos enlazados a las políticas públicas, con el acuerdo 012 del 2015. Así, la inclusión del programa para el adulto mayor se encuentra insertado dentro de la línea 1 del plan de desarrollo, con una propuesta que incluye tres componentes de bienestar: económico, educativo y de esperanza de vida (salud y envejecimiento activo) con unas metas físicas y financieras.
En el Programa Adulto Mayor se encuentran matriculados 3199 adultos mayores del área urbana y rural, con 75 grupos gerontológicos focalizados, compuestos cada uno con 50 adultos mayores. Además, disponen con la participación activa de 75 líderes de los grupos y con la organización del Cabildo de Adultos Mayores, compuesto por 17 integrantes, de los cuales funcionan 15, se reúnen cada mes, realizan veeduría y dinamizan procesos de participación, concertación, formación y comunitarios.
Según Caterina Orozco González, subsecretaria de Bienestar Social, a los adultos mayores vulnerables, en condición de abandono, desnutrición y violencia intrafamiliar, constantemente se les hace un acompañamiento para mantener en excelentes condiciones su parte emocional y de salud, “sí identificamos que hay alguna necesidad en salud importante direccionamos los médicos y las enfermeras, para que hagan la respectiva revisión y en caso tal, sea remitido a una entidad EAPB (Entidades Administradoras de Planes de Beneficios de Salud). Pero es importante dejar un precedente, siempre estamos en contacto con todas las personas de la tercera edad”. En estos momentos ya está lista la casa del adulto mayor y a partir del mes de julio, los adultos mayores matriculados podrán asistir.
Hablan los adultos mayores
Hugo de Jesús Suárez, 86 años, habitante de Rionegro:
“Las personas que nos abandonan son unos desagradecidos, no tienen corazón, ¡avemaría! Yo vivía en el Alto del Medio con las sobrinas mías y el cuñado, pero le digo que ahí no hay de dónde hacer un caldo. El cuñado mío hasta le pegaba a la hermana mía (ya de edad), y yo, para no cometer errores, me salí de ahí mejor. Ya vivo con mi hijastra y los nietos. Tanto ha sido el descaro que a mí me quedó un pedacito de tierra en el Alto del Medio, para venderla más que todo, pero la sobrina mía se está apoderando de eso con el esposo de ella, aunque yo tengo las escrituras de mí mamá, la vieja. Debo ir a la fiscalía a ver si me ayudan porque ellos me quieren perjudicar es a mí”.
Olivia Acevedo Noreña, 75 años, habitante de Rionegro, etapa séptima de El Porvenir:
“Muchas veces es porque, infortunadamente, se nos mueren primero las personas con las que vivíamos. Por ejemplo, a mí se me murieron tres hermanos y esos eran los que me colaboraban, ya la única que me ayuda es mi hermana y la familia de ella. Yo estoy arrimada aquí, arrimada porque ella es casada… Yo vivía en Medellín, por Buenos Aires, y de un momento a otro me tocó llamarla y decirle que, si me podía quedar con ella, porque cuando se murieron mis hermanos me quedé sin nada, sin casa, sin comida. Acá me hacen el favor de darme un techo, pero si usted viera las amarguras que yo paso, uno vivir de arrimado es muy maluco. Mi hermana es muy pobre, y yo acá. Incluso me toca ir a los comedores de la pastorallmorzar, por falta económica. Yo bien pobre y sin poder trabajar, sin ayudas del gobierno. Yo no tengo nada, la cama donde duermo es hasta prestada, porque no tengo ni siquiera mi cama”.
Roberto Gallego, 84 años, habitante de Rionegro, sector Quebrada Arriba:
“De eso hay mucho. Muchos hijos abandonan a sus padres porque fueron malos papás y otros porque son unos malagradecidos. Yo tengo tres hijos, y menos mal ellos sí son agradecidos, hoy en día hay muchos malos hijos, incluso les da pena andar con los viejos; es muy triste. Y cuando los llevan a los asilos y los dejan allá, eso es mucho peor: se deshacen de los pobres viejos, a eso se le llama ingratitud, definitivamente, esa ingratitud que no debería existir”.
María Oliva Cuartas de Ossa, 83 años, habitante de Rionegro, sector La Alameda:
“La realidad es que una sociedad como la colombiana no tiene en cuenta esa sabiduría de nosotros, los ancianos. A mí sí me da mucho pesar ver cómo desaparece esa relación afectiva y de amor entre los mismos familiares. Yo creo que soy de las pocas afortunadas que cuenta con el apoyo de mi familia, porque hay muchísimos adultos abandonados, los dejan en un centro de bienestar del anciano y desaparecen de su vida. Esos hijos que dejan solos a sus padres y abuelos, cuando estén viejos no van a tener a nadie, porque uno recibe lo que da”.