Por: Paula Andrea Bernal Cardona
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En el año 2013 el sector agrícola del país paralizó la comercialización de sus productos. Aún recuerdo ese cubrimiento periodístico, en el que en varias oportunidades ví como la leche tenía que regalarse e incluso botarse en zonas rurales de La Ceja, Abejorral, Sonsón y La Unión. También presencié las pérdidas de cultivos enteros de zanahoria y de papa, los agobios de las familias productoras que acudían a regalar el producto ante los precios irrisorios para su comercialización.
Al recorrer las zonas rurales, pude constatar un cambio significativo en los cultivos. Muchas áreas que antes producían fresas, papas, lechugas y zanahorias, ahora están dedicadas al cultivo de flores para exportación, lo que representa una nueva fuente de ingresos y una esperanza de mejora para las familias campesinas.
Las múltiples historias y campesinos que conocí me llevaron a comprender lo difícil e injusto que en la mayoría de las veces termina siendo el sostenimiento de cada cultivo, para la seguridad alimentaria de mi familia y de usted que está leyendo este artículo.
Las zonas semiurbanas y rurales de la región experimentan una transformación profunda. La vocación agrícola tradicional está siendo reemplazada por grandes proyectos urbanísticos, parcelaciones y desarrollos turísticos, lo que genera una dinámica socioeconómica completamente nueva.
Esta nueva dinámica no debe de tomarse como algo negativo, pero para enfrentar los diferentes retos de la región se requiere de un balance. Reconociendo que las crisis que han enfrentado los agricultores no corresponden a un tema único de la región, sino a una situación de país y aunque todos requerimos de los alimentos que se cultivan, la comercialización es el principal reto.
“Es fácil la comercialización porque uno saca el producto en Abejorral y lo vende fácil, pero el precio no es justo. Lo más duro es que los compradores que vienen siempre pagan muy barato”, enfatiza Alejandra Gómez quien es productora de plátano y café en la vereda Portugal del municipio de Abejorral.
Áreas sembradas de papa caen en un 50%
La Unión, conocido como el «emporio papero» y célebre por sus fiestas de la papa, ha visto disminuir significativamente sus áreas de cultivo de este tubérculo, según datos de Fedepapa
“Si nos remontamos unos años atrás, las áreas de papa han disminuido casi un 50% en La Unión. Uno de los principales motivos son los costos de producción, que se van incrementando cada día más. Se acrecentó mucho después de la pandemia, antes de ella hablábamos de costos de producción de aproximadamente $25 millones la hectárea, después de pandemia, estamos en este momento en aproximadamente $43 millones en los costos de producción por hectárea”, indica Jairo Ríos, ingeniero agrónomo de Fedepapa.
Los costos de los insumos de producción, la dificultad para conseguir semilla certificada, el valor de los suelos, la mano de obra y otras opciones que representan mayores garantías para los campesinos y productores han llevado a muchas familias a desertar del cultivo.
Ana Marcela Henao, vive en la vereda Las Brisas de este municipio. En el cultivo de arveja y de papa encontró durante muchos años el sustento para su familia, pero hace parte de los agricultores que decidieron dejar el cultivo, en la uchuva tiene mejores opciones.
“Hubo un tiempo, en que no pagaba ni la arrancarla porque era muy barata, no se hacía nada. Ni para los jornales. Mucha gente empezó con la papa, pero cambiamos por otros cultivos, porque no nos da y seguimos con otro producto”, asegura Ana Marcela.
Aunque ella le apostó al cultivo de la uchuva, en municipios como La Unión otras familias decidieron transformar radicalmente la vocación de sus tierras y apostarle a la exportación de flores.
La región produce una amplia variedad de frutas y hortalizas, como zanahorias, bananos, tomates, papas, aguacates, fresas y limones, que abastecen las plazas de mercado locales. Aunque en su mayoría el suministro es constante, los comerciantes de La Ceja reportan fluctuaciones en las cosechas de algunos productos.
“En cuanto a la producción si nota uno una disminución, en estos últimos cinco años uno si ve que ha cambiado mucho. Por ejemplo, la papa criolla, ha disminuido mucho. Viene de La Unión y se nota más que todo en los precios. Casi todo el año estuvo muy cara, por la poca producción” asegura Yamile Patiño, quien es comerciante en la Plaza de Mercado del municipio de La Ceja.
La sustitución de cultivos es un proceso al que muchos de los agricultores de la región le apostaron, la posibilidad de exportación abrió nuevos caminos con mejores garantías para las familias. Municipios como Sonsón y Abejorral hoy son los principales productores de aguacate en la región. La uchuva, la fresa y las aromáticas son otras de las opciones.
Sin embargo, Jairo Ríos, ingeniero agrónomo de Fedepapa quien recorre los municipios y cultivos de la región, indica que esa transformación le representa a los agricultores menos áreas cultivadas pero con mejores rendimientos: “El cambio se está dando mucho hacía los ornamentales, para esta región estamos viendo en los últimos años un incremento en los cultivos de hortensia”.
¿Y la despensa de alimentos?
El Oriente Antioqueño con 7.021 km2, más de 716.000 habitantes, y una población creciente que llega a los municipios de la región, debe plantearse la seguridad alimentaria y no llegar a sobrepasar la cantidad de alimentos que tienen que recorrer grandes distancias desde otros departamentos para abastecernos.
El diputado y vicepresidente primero de la Asamblea de Antioquia, José Luis Noreña, es un abanderado de la producción agrícola en la región, indica que, aunque hoy los municipios del Oriente Antioqueño siguen siendo despensa de alimentos si hay preocupaciones por la forma paulatina en que van cambiando las vocaciones de los suelos.
“Hoy en día las tierras cada vez están más caras por metro cuadrado y esto genera un desplazamiento de nuestros campesinos a otras regiones más alejadas. Esto lo vimos por ejemplo, el año pasado con el debate de diferentes agricultores de El Peñol, donde se les incrementó el impuesto en sus tierras y tuvieron que pensar en salir”, asegura el diputado.
Estudios de la Lonja Propiedad Raíz evidencian como desde hace 10 años los suelos del Oriente Antioqueño han tenido los mayores incrementos en el departamento, desde Fedepapa en el municipio de La Unión indican que precisamente el valor del suelo es una de los elementos que está influyendo en el incremento de los costos de producción: Arriendos elevados de los terrenos, dificultades para conseguir bodegas de almacenamiento en precios módicos, es lo que viven día a día.
La producción de alimentos y programas que mejoren las condiciones de los campesinos productores es un tema de vital importancia en la región. Según datos de “Antioquia Como Vamos», aunque el sector agropecuario utiliza el 51% del suelo en Antioquia, este tiene la productividad laboral más baja y su contribución a la creación de empleos ha disminuido 10% en los últimos 5 años.
En el Oriente, la agricultura ha dejado de ser la principal vocación de los jóvenes, quienes buscan oportunidades laborales más allá del campo. Esta disminución en la mano de obra agrícola ha impactado negativamente la productividad y ha generado una demanda de trabajadores migrantes.
“La escasez de mano de obra también incrementa los costos. Es muy difícil encontrarla. Entonces en muchos pueblos del Oriente, hay entradas de personas de otras zonas: de la costa, del Cauca, de Cundinamarca, de Venezuela, hay trabajo, lo están viendo como un destino laboral. Eso influye en los costos de producción”, puntualiza el ingeniero Ríos.
Ante este panorama que debe estar en agenda constantemente, la región está llamada a revisar opciones para que las tierras cultivadas por alimentos no desaparezcan, pero con garantías para las familias productoras, la planeación juega un papel clave y la seguridad alimentaria debe estar en toda discusión y en medio de los debates de esquemas asociativos, que plantea la posible creación del Área Metropolitana del Valle de San Nicolás.
“Tenemos que verificar con lupa a que se destinan todas las tierras del Oriente Antioqueño, sobre todo en el Valle de San Nicolás. Hay unos impuestos muy caros que han generado el desplazamiento de nuestros agricultores. El tema del Área Metropolitana del Oriente Antioqueño, tenemos que seguir mirándolo detalladamente”, puntualiza el diputado Noreña.
En la región los agricultores se enfrentan a desafíos que son comunes en otras partes del país: Los costos de los insumos y el cambio climático que tiene efectos en la productividad. Sin embargo, para el caso de Oriente hay particularidades: Los impuestos, el costo de la tierra y opciones diferentes que han llegado para diversificar la fuente de ingresos.