Laura Duque Bustamante
Abogada de Lawyer Company
E-mail: laura.duque@lawyer-company.com
El pasado 11 de abril el mundo concentró su mirada en un partido de fútbol que se jugó en esta tierra, tras presentar solicitud al máximo órgano del fútbol profesional colombiano para aplazar el partido frente al agonizante Boyacá Chicó, el “equipo dorado” que presentaba 15 jugadores positivos para COVID-19 y 7 lesionados, dio a conocer que la Dimayor negó esa solicitud y que el partido se tenía que jugar. El presidente de esta entidad, Fernando Jaramillo, manifestó a la opinión pública que “si hay siete jugadores disponibles, hay que presentarse con esos 7 jugadores” y efectivamente el equipo Águilas Doradas tuvo que salir al ruedo con tan solo siete hombres, con el agravante que 2 de ellos eran porteros, por lo que en un acto de honor, Juan David Valencia se quitó sus guantes y resguardó su arco, pero esta vez desde la defensa.
El autodenominado primer equipo católico de Colombia manifestó al mundo la referencia del histórico juego así: “Hoy Colombia, con esta noticia, será tristemente célebre a nivel mundial amén de nuestro FPC (fútbol profesional colombiano), que en otrora solo gloria consiguiera para nuestra nación”. Y no se equivocaron, pues titulares alrededor del mundo hicieron mención al denominado por algunos “el partido más injusto del fútbol colombiano”, prensa rusa, alemana, turca, italiana, belga, argentina, mexicana, entre muchas otras hicieron alusión al partido que cuando menos tildaba de “héroes” a los siete jugadores dorados.
Como era de esperarse, el “boom” en redes sociales no paró, críticas a la Dimayor y a la “injusta decisión”, pero ¿actuó el órgano rector en contra de la ley? Certeramente hay que decir que no, pues las reglas del juego son claras y el mínimo de jugadores que puede tener un equipo en cancha son siete, razones de sobra para afirmar que dicha decisión por injusta que parezca, fue legal. “Dura lex sed lex”, reza uno de esos latinazos que usamos los abogados cuando queremos parecer intelectuales, que traducido nos dice “la ley es dura, pero es ley”, por lo tanto la justicia (al menos en este caso) no podía venir de la entidad, pero en un ideal y haciendo uso de su voluntad, el casi descendido chicó de Pimentel podía haber equilibrado el juego y retirar de la cancha los 4 hombres que tenían de más.
Utópico y algo ingenuo creer y siquiera pensar que eso podía pasar, pues ese juego fue el reflejo de lo que es la sociedad colombiana, donde la “ley del vivo” es la que se impone. Lapidaron al organizador del torneo por la decisión de hacer cumplir las normas, pero olvidaron que la justicia debe provenir del hombre, seguramente en ese caso también la prensa del mundo hubiese puesto sus ojos en ese partido, pero por una razón muy diferente.
Finalmente, aquel juego que quedará para la memoria, catapultó al equipo oriental a ser vistos como titanes, pues lograron sostener su arco en ceros por gloriosos 58 minutos.