Por: Miguel Ángel Ríos Restrepo
Soy periodista y también me gusta cocinar. Por eso en mis frecuentes incursiones culinarias aprovecho para hacer reflexiones profundas acerca de los diferentes asuntos de la cotidianidad, mientras mezclo, huelo, saboreo, calculo y revuelvo ingredientes. Hace poco, de cuenta de unos frijoles rancheros, pensé mucho – y a manera de analogía- en el papel de algunos colegas que no están cocinando bien las noticias y también en que, a raíz de la emergencia planetaria generada por el COVID-19, se ha llegado a priorizar preocupantemente esta pandemia como la merecedora de toda la atención mediática.
Los noticieros, a desayuno, media mañana, almuerzo, el algo de la tarde, la cena y la merienda, tienen como sobremesa infaltable y hostigante el tema del Coronavirus y sus rigurosos subtemas derivados, porque no solo se rellenan los espacios noticiosos con el monotema de los contagiados, sino que economía, deportes y farándula parecieran no tener otra alternativa que volcar sus informes hacia la consabida pandemia (me disculpará la morcilla -también llamada “rellena”, por haber utilizado el verbo “rellenar” como incómodo comparativo, pero es que la imagen de la digna persona que rellena morcilla, se me pareció en demasía a la de otra noble persona que dirige un telenoticiero colombiano: hacen lo mismo. Aunque también hubiera podido usar la palabra “embuten”, y estaría culinariamente correcta).
Ya sabemos, por las ancestrales experiencias, que en Colombia un mundial de fútbol, un temblor de tierra, la muerte de un artista o el asesinato de un perro lanzado desde las alturas por un soldado, son hechos magnificados desproporcionadamente y a tal punto que se vuelven las cortinas de humo perfectas para que solapadamente se entregue la explotación de nuestros recursos a extranjeros, se aprueben leyes inauditas, se acabe con las selvas, se pongan en riesgo los páramos, aumente el desarraigo y ocurran otras tantas atrocidades. Pero como los colombianos estamos engolosinados, distraídos, anestesiados haciendo fuerza por un gol de James o esperando con qué va a salir Amparo Grisales en el reality show, ignoramos la perversa intención de muchos que sí saben capitalizar las trivialidades convertidas en noticias.
Ojo: no me malinterpreten. El asunto del COVID-19 es cosa seria, es de cuidado, es de protegerse. Pero no es la única noticia. No olviden, colegas míos, que siguen asesinando líderes cada día, que problemas como el desempleo, la desigualdad, el destierro, la pobreza, la corrupción, el hambre en la Guajira o la sed en el Chocó no son daños colaterales de este virus, sino viejas dolencias, que de viejas ya se nos hicieron parte del paisaje. Pero este virus no puede volverse la excusa para ignorar tantas cosas, para dejar de hacer tantas otras, para volvernos cómplices del atraso. Ojalá ustedes hubieran escuchado, como lo hice yo (sin querer) a mi vecino cuando le decía al dueño de la casa donde reside que no tenía el dinero del arriendo, que le diera un placito, que esta pandemia está muy horrible, que él no lo podía echar a la calle, que… En fin. Era ese mismo vecino que el pasado día sin IVA madrugó y salió a la calle para retornar luego con un televisor enorme que escasamente podía cargar. Buena por él.
En redes sociales pertenezco a varios grupos de comunicadores y periodistas del Departamento de Antioquia y, por supuesto, de mi región del Oriente Antioqueño y observo similar situación: el 90% de la información que se comparte desde hace más de tres meses gira en torno al tema del virus. Cada municipio genera sus informes diarios, sus estadísticas, tablas y mapas, divulgan cómo establecen y hacen cumplir sus protocolos, cómo benefician a la población, de qué manera se aíslan y, en general, cómo enfrentan la crisis. Son diarios informes de gestión. Diarias rendiciones de cuentas. El Coronavirus se volvió la norma. La excepción: el resto de la dinámica social, si es que queda tiempo para ella, si es que hay espacio, si no resulta alguna cosa relacionada con la pandemia, y así no debe ser. Y lo peor es que muchos medios de comunicación, portales informativos y otros sistemas de divulgación informativa, toman estos datos y los replican sin procesar, sin mayor análisis; reproducen la información cruda. A varios se les comenzó a olvidar los principios básicos del periodismo: obtención, tratamiento, análisis, interpretación, redacción y difusión de la información noticiosa. Eso sin mencionar que frecuentemente se evita entrar en controversia con la información -cualquiera que esta sea- proveniente de un municipio o de alguna organización por temor a que, en represalia, ese municipio o esa organización no le dé luego, al medio, la necesaria pauta publicitaria. Esto, entonces, se configura como autocensura.
Amigos periodistas: lo que me apasiona del periodismo es la oportunidad de rebatir, dialogar, confrontar, corroborar, desmentir, corregir, retractarse, apoyar, validar, develar, descubrir, investigar y otros tantos verbos en íntima relación con una profesión hermosa que debe ser ejercida con dignidad, pasión y entrega. Eso de que alguien exprese en un grupo o un medio de comunicación estar en desacuerdo con algo y se le vengan lanza en ristre sus propios colegas, sólo por pensar diferente, no es lo que hace un verdadero periodista.
Un buen plato es el resultado de una receta que fue fruto de análisis, estudio de los ingredientes, revisar la intensidad, valorar la cantidad, calcular la proporción, agregar mucha creatividad, arriesgarse a hacer cambios, presentar el plato con altura y ello conducirá ineludiblemente al buen disfrute del alimento. Así debe ser el tratamiento de la noticia. El periodista es el que traza el CAMINO de la verdad que los lectores, escuchas, televidentes u otras audiencias recorren, así que no olvidemos mostrarles que la pandemia tiene su propia ruta informativa, pero que también la vida sigue con sus otras problemáticas y sus otras alegrías. Finalmente, esto, como en el pasado, pasará, y quedaremos entonces viviendo la Colombia que recordamos fusionada con la Colombia pos pandemia. (Recuerden que la palabra periodismo está conformada por el prefijo peri– (alrededor, cerca), hodos (camino), más el sufijo -ismo (sistema, actividad, doctrina. Periodismo es el camino).
No consumáis la noticia cruda, amigos míos. En vuestros hombros de periodistas reposa el secreto para que nuestra sociedad, hambrienta también de comida mediática y urgida de información real y útil, quede diariamente satisfecha y noticiosamente alimentada, de vuestra mano.
* Comunicador Social – Periodista UdeA