Por: María Isabel Gómez David*
Instagram: @migomezda
Antes de abordar este tema, es necesario reflexionar sobre el concepto de metropolización y su esencia. Con frecuencia, nos centramos más en los instrumentos y en quienes los promueven, dejando de lado la pregunta fundamental que los sustenta: ¿por qué y para qué utilizar este mecanismo? Más allá de las posturas individuales, la metropolización es una realidad compartida y vivida cotidianamente. Reconocerla nos invita a pensar en cómo convertir este proceso en una oportunidad para la concertación, el bienestar colectivo y el desarrollo equilibrado de nuestros territorios.
El Valle de San Nicolás experimenta una metropolización de facto, o metropolización consuetudinaria, una realidad cotidiana que aún carece de reconocimiento jurídico. Este fenómeno evidencia la urgente necesidad de adaptar nuestras estructuras legales a las dinámicas urbanas actuales. Como ciudadana del Oriente antioqueño, soy testigo de los desafíos que genera la falta de coordinación entre municipios. Históricamente, los intereses particulares han prevalecido sobre el bien común, pero la creciente urbanización nos obliga a replantear esta situación y avanzar hacia una articulación territorial más efectiva y equitativa.
La metropolización se define como el estrechamiento persistente de las interacciones estructurales y coyunturales entre los habitantes de municipios en torno a un núcleo de mayor tamaño poblacional. Este fenómeno se ha convertido en la forma predominante de urbanización a nivel mundial (Alfonso et al., 2022). Esta dinámica refleja una relación causa-efecto: los territorios, aunque divididos por jurisdicciones, comparten problemas, retos y oportunidades comunes.
Más allá de concebir la metropolización como un fenómeno inevitable, es esencial entenderla como un proceso que fomenta, impulsa y requiere la articulación territorial. Este proceso otorga a cada municipio relevancia y poder para afrontar desafíos que trascienden los límites administrativos. En otras palabras, se vincula este concepto con la capacidad de actuar y negociar dentro de un sistema de gobernanza metropolitana. El poder, en este marco, no debe percibirse como una propiedad fija, sino como una disposición dinámica que surge de la interacción y cooperación entre municipios, y que se materializa en la metropolización jurídica. Establecer reglas compartidas y generar beneficios equitativos, promoviendo así un desarrollo más integrado y sostenible para todos los territorios involucrados.
El debate, entonces, no debería centrarse únicamente en la conveniencia o no de crear un área metropolitana, sino en cómo cualificar este proceso inevitable de metropolización. Se trata de encontrar puntos de convergencia que permitan equilibrar los beneficios territoriales, optimizar recursos y mejorar servicios, todo ello alineado con los principios establecidos en la Ley 1454 de 2011.
Retomando una frase que cité en uno de mis primeros artículos en La Prensa Oriente: Vivir en comunidad es el proceso más complejo; la gente que vive en comunidad no es la que siempre estuvo de acuerdo, sino aquella que, aun estando en desacuerdo, fue capaz de negociar, conciliar y salir adelante.»
Para avanzar, es importante priorizar el bienestar colectivo y comprender que la metropolización implica una doble dinámica: por un lado, la concentración de personas y valores, y, por otro, la reestructuración del territorio y sus relaciones.
Además, debemos pasar de la teoría a la práctica. Esto significa llevar las políticas públicas de inclusión social, aprobadas en el papel, a la realidad mediante instrumentos que garanticen bienestar y calidad de vida. Este desafío requiere una nueva visión de gobernanza que no solo cuente con los recursos necesarios, sino que también logre una verdadera integración territorial de los programas sociales.
*Ingeniera Industrial, Master of Business Administration
*Las opiniones expresadas en esta columna de opinión son de exclusiva responsabilidad de
su autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de La Prensa Oriente.