Leyendo: Prensa y cultura

Prensa y cultura

Por: Jesús Gonzalo Martínez C.*

Muchos hoy, con razón o sin razón, consideran la prensa como medio de la comunicación y la cultura  no acorde con los nuevos tiempos, un medio que atraviesa  la crisis del pasado a expensas de los nuevos desarrollos tecnológicos;  igual actitud de pensamiento frente a otros medios que abrieron el campo de las posibilidades en la difusión de las ideas y  se constituyeron en puntales en la formación del espíritu democrático de los pueblos, coadyuvantes en las prácticas de la gobernabilidad, y eficaces instrumentos en la difusión de las expresiones de la cultura  y los desarrollos  en el conocimiento. En tal actitud hay negación y desconocimiento del papel cumplido por la prensa, el libro, la radio, la televisión y el mismo telégrafo, los que en  su momento fueron los grandes inventos que irrumpieron con gran poder contribuyendo en forma determinante a la ruptura de las sombras que en los orígenes de la civilización se imponían como inexpugnables barreras entre los pueblos del mundo y que a través de los siglos han provocado el que muchas comunidades sigan habitando la marginalidad y abismales distancias de fuentes y factores de desarrollo.

La imprenta y la prensa fueron las teas en las que tomó calor la sensibilidad y el deseo de la libertad y luego fueron las armas con las que se alcanzó la fuerza mental en la generación de artesanos e intelectuales   que se lanzaron a los campos de batalla tras el anhelo de un nuevo orden político y social. Si la espada fue el instrumento con el que se bañó de sangre humana el suelo patrio, la prensa lo fue el que permitió la toma de conciencia sobre la dignidad del ser y el carácter degradante de la servidumbre.

El 9 de febrero de 1791 don Manuel del Socorro Rodríguez sorprendió a los pobladores de la ciudad de Santafé de Bogotá con   la primera publicación que cumplía con los criterios de un periódico como medio informativo en la Nueva Granada, el “Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá”, estampando allí su nombre como el pionero en el campo del periodismo. Aquel periódico, con una edición semanal, circuló hasta el 6 de enero de 1797 logrando un total de 265 números. El pequeño periódico de 8 páginas, que con avidez esperaban los santafereños el día viernes, se editó en la Imprenta Real de Don Antonio Espinosa de los Monteros. Fue en una sencilla hoja de papel que circuló en la capital del Virreinato en forma clandestina el medio a través del cual los santafereños conocieron los Derechos del Hombre, traducción realizada por don Antonio Nariño, finalmente el gran impulsor de la prensa en el salto de la Colonia a la República.

Nariño instituyó la prensa como el medio de los asuntos políticos y de gobierno e hizo de La Bagatela el periódico que las gentes esperaban expectantes con avidez de información, e interés en tomar posición sobre el curso de los hechos y participar en las discusiones sobre las primeras formaciones de lo público. Luego, en su condición de gobernante de Cundinamarca, publicó La Gazeta, siempre impulsado por su empeño en difundir sus ideas políticas y de desatar corrientes de opinión.

Simultáneamente con los primeros pasos en la formación de la República en el orden de la autonomía política y territorial, tuvo nacimiento la prensa como medio difusor y defensor de ese nuevo orden en lo que cumplió un papel tan importante como el de las armas en los campos de guerra. Afianzada la República, la prensa igual se constituyó en poderoso medio difusor de las ideas e ideologías políticas y de alguna manera de las dinámicas sociales en sus expresiones, conflictos, conductas y costumbres. La prensa fue canal de expresión de los grupos dominantes, pero también lo fue de los artistas e intelectuales que llenaron frondosamente arrumes de páginas con lecturas e interpretaciones de sus tiempos.

En esos orígenes de la prensa nacional está el valor y significado del trabajo periodístico  del ahora de una sociedad que habita la palabra sin distancias significativas en espacio, tiempo y conocimiento en el contexto del planeta tierra; también de allí proviene la valoración de la noble y sufrida profesión, a la que igual ha correspondido pasar por el sacrificio y soportar la censura cuando las ideologías han jugado en su contra. En 1975 se consagró el 9 de febrero como el día del periodista, obligando a una mirada de valoración y respeto por quienes desempeñan la función social de mantener puertas y ventanas abiertas para que circule la información que a todos interesa, beneficia o afecta, e igual circule la cultura en todas sus expresiones, manifestaciones, valores y rasgos.

Rionegro también tiene su historia por contar en el campo de la imprenta, la prensa y el periodismo; aquí funcionó la primera imprenta en Antioquia en el gobierno de don Juan del Corral y aquí también tuvo origen el oficio del editor con don Manuel María  Viller Calderón y don Manuel Antonio Balcázar, y desde luego que como consecuencia de esa imprenta y la llegada del bogotano Balcázar, al igual que las acciones de Nariño en Santafé de Bogotá, el gobierno de Antioquia se apoyó en los periódicos  La Estrella de Occidente y La Gaceta Ministerial de la República,  los dos primeros editados en Antioquia.

Como en otros campos esta tierra también fue prolífera en hombres que pusieron muy en alto el periodismo nacional, entre ellos se cuentan Bernardo Tobón de la Roche, Guillermo Hinestrosa  Isaza,  Jaime Sanín Echeverri, Baldomero Sanín Cano, Ricardo Rendón, don Fidel Cano, todos ellos bien visibles en la historia de la prensa; simplemente ellos dan   a entender que Rionegro no ha sido ajeno al arte de don Manuel del Socorro Rodríguez y menos a la bella profesión de la crónica periodista y la trasmisión de las ideas y los valores de la cultura.

Así que la mirada comprensiva sobre el arte de la difusión de las ideas y la cultura deberá extenderse hasta esos primeros años del siglo XIX, cuando don Manuel María Viller Calderón ejerció como editor en una prensa diminuta que solo permitía la impresión de una hoja de octavo de un pliego, pequeño pedazo de papel en el que se publicaban las noticias que traía el correo de Santa Fe; frecuentemente con una periodicidad quincenal.

Los hechos y la cotidianidad del Rionegro del siglo XIX se leen en periódicos como La Constitución, publicado con motivo de la reunión de los liberales radicales de la Convención de 1863. Muchos de los periódicos se caracterizaron  por el patriotismo y el exquisito gusto por la literatura, la sátira y el humor; así  lo fueron El Estudio en  1868 dirigido por Federico Jaramillo Córdoba; en 1874 La idea, dirigido por don Fidel Cano;  El Ether  publicado en 1878; La Golondrina de Juan José Botero publicado a partir de 1880; en 1898  se publicaron La Patria de Córdoba, dirigido por José María Arango C., y B. Tejada Córdoba, y El Tábano, que dirigió Francisco Arbeláez S., suspendido éste por algunos años  y que  luego volvió a aparecer con igual carácter picante; también en 1898 se publicó El Cunduncurca, dirigido por Eleuterio Ramírez, esto con motivo del primer centenario del natalicio de Córdova.

Por esos años el Municipio compró una nueva imprenta en la que se publicó El Centenario, periódico dirigido por Carlos Arbeláez T., Pascual Uribe Ruiz y Ramón Correa Mejía, un prestigioso grupo de intelectuales encargados de la organización del Primer Centenario del Natalicio del General Córdova. En 1906 se empezó a publicar La Mañana, periódico con largos periodos de interrupción por la persecución que debió soportar por su carácter liberal, no obstante, logró sobrevivir hasta 1973 manteniendo esa condición y constituyéndose en el medio que con mayor fidelidad habló de lo local y difundió los valores de la cultura. En 1981, en el escenario de celebración de una efeméride local, el señor Jairo Tobón fundó El Rionegrero, al viejo estilo local con notoria presencia del color rojo, reiterada publicación de asuntos históricos y un fuerte acento local.

Hoy, La Prensa de Oriente se ofrece como el medio periodístico, que con acertadísima lectura de los nuevos tiempos en el escenario de la región del Oriente de Antioquia, marca la tendencia a erigirse como la voz que habla de los hechos que marcan la trasformación de los pueblos de la región en sus vocaciones, costumbres y cultura y de la transición de una mentalidad de lo local desde sus pequeños nichos de poder y cacicazgos políticos, a una que trata de comprender y asimilar la conurbación y el imperio de otros intereses y la fuerte influencia de capitales de muy diversa procedencia.

Esa prensa de confección local que llegó a menospreciarse, hoy muestra una clara intención de llenar el vacío que dejó la gran prensa caída en desgracia por muchos factores, pero ya poco creíble por su sectarismo ideológico, no disimulado casorio con las élites políticas y económicas y sus puertas casi cerradas a los contenidos de la cultura y la libertad de expresión de las ideas y el pensamiento.

* Bibliotecólogo y escritor rionegrero.

Compartir este artículo