Por: Óscar Morales Orozco
@moraperiodista
Durante 15 años de periodismo debí cubrir diversas situaciones de crisis como ataques terroristas, acciones ilegales, secuestros, graves accidentes de tránsito y más de una catástrofe natural; sin embargo, jamás imaginé que estar al frente de la oficina de comunicaciones de una Alcaldía tuviera tantas aristas, mucho más en tiempos de pandemia.
Sólo para mencionar parte del listado de situaciones adversas vividas con el periodismo recuerdo haber reportado varias ataques armados para el entonces medio digital Inforiente (hoy Actualidad Oriente); luego para el desparecido periódico El Mundo cubrí la tragedia del barrio El Socorro (Comuna 13 de Medellín); con RCN Radio informé sobre la desmovilización de los paramilitares; con Teleantioquia viví de cerca la tragedia del barrio La Gabriela (en Bello) y con Telemedellín conocí el dolor del accidente aéreo del avión del Chapecoense, etc.
En enero de este año, cuando el alcalde de Rionegro, Rodrigo Hernández, me propone el reto de asumir la jefatura de la Oficina de Comunicaciones, lo primero que pensé fue: “tendré que dejar el periodismo, pero estaré difundiendo en redes sociales, gestionando entrevistas y diseñando campañas de comunicación pública”. Sin embargo, poco a poco me fui enterando que la misión iba más allá, máxime cuando al poco tiempo nos vimos enfrentados, como todas las administraciones del país, a una de las crisis de salud más críticas de las últimas décadas en el mundo.
Comencemos por decir que las jornadas laborales pueden llegar a las 18 horas diarias, la disponibilidad es de 24/7, y sobre el papel del comunicador recae la responsabilidad de entregar minuto a minuto información clara y de forma responsable, además de diseñar estrategias para lograr que el ciudadano interprete de manera adecuada esa información. (En la academia a esto lo llaman la teoría de los efectos).
Para el caso de la oficina de comunicaciones de la Alcaldía de Rionegro su misionalidad es trasversal, o sea, no sólo es informar sobre el quehacer de un mandatario, sino que desde allí se coordinan las acciones comunicacionales de 10 Secretarías, 30 subsecretarías, 4 entidades descentralizadas y varios programas públicos, además de la disponibilidad que se debe tener para las inquietudes que surgen en el propio equipo de trabajo, en las Juntas de Acción Comunal, el Concejo, los entes de control y los más de 200 periodistas y medios de comunicación, que para este caso, tienen relación directa con la información pública que generamos.
La experiencia vivida durante los últimos 7 meses, sin lugar a dudas, ha sido enriquecedora y única, pero les confieso que también es difícil, sobre todo porque se torna complejo lograr que la información que generas llene las expectativas de todos los funcionarios y sectores, y porque a veces, con impotencia observas como muchos ciudadanos optan por creerle más a las falsas cadenas, a los anónimos audios de whatsapp, a la rumorología, e incluso, a los meses de las redes sociales.
Recuerdo como una tarde de martes, en medio del “corre corre” de atender comunicacionalmente la recién llegada pandemia del coronavirus, debimos salirle al paso a una imagen que rodaba por diversas redes sociales diciendo que “desde esa noche un helicóptero pasaría sobre los cielos de Rionegro esparciendo un potente químico para acabar el virus, pero que también mataría a las personas que estuvieran en las calles”.
También tengo presente aquel sábado cuando desde Bogotá el Ministro de Salud informó que Rionegro tenía su primer caso de contagio (sin que ni siquiera en la Alcaldía supiéramos del tema). No habían pasado 5 minutos de aquel pronunciamiento en la capital para que ya mi teléfono tuviera, sin exagerar, más de 50 llamadas y al menos 120 mensajes de whatsapp, donde periodistas, líderes, funcionarios, concejales y ciudadanos preguntaban por el tema. Fue tanta la presión, que mi única salida fue publicar un mensaje masivo que decía: “Nos acabamos de enterar del tema, denme un margen de reacción, que cuando tenga algo claro, les informo”.
A hoy, en Rionegro tenemos diversas herramientas de difusión buscando que los ciudadanos estén bien informados y puedan resolver sus inquietudes: Programa de radio, transmisiones Facebook Live, notas web, comunicados de prensa, difusión de contenidos en medios de comunicación locales, regionales y nacionales; más de 60 publicaciones diarias en redes sociales, boletín virtual informativo semanalmente, carteleras, volanteo, afiches, vallas y periofoneo, sólo por mencionar algunas, y aun así es frecuente escuchar la expresión: “Es que no informan; es que no me enteré; es que no dicen nada”.
¡Tranquilos! Estas líneas no eran para quejarme sino para agradecer. Además quería contarles un poco la realidad de una oficina de comunicaciones y lo que implica informar en tiempos de pandemia, aunque cada vez ratifico más lo que decía un viejo maestro: “La comunicación es tan subjetiva, que por más que se informe, tu receptor se queda con lo que creyó entender”.
*Las opiniones expresadas en esta columna de opinión son de exclusiva responsabilidad de su autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de La Prensa Oriente