Por: Carlos Alberto Figueroa Ramírez * Psicólogo Universidad de Antioquia. psicologo.carlos@outlook.com
Una nueva preocupación ha empezado a vislumbrarse con el pasar de los días luego de la llegada del COVID 19, aunque las agendas noticiosas cubren las preocupaciones por el sistema económico nacional, ahora los médicos, psiquiatras y psicólogos han empezado a hablar sobre la posibilidad del aumento de algunas enfermedades mentales como la depresión y la ansiedad.
Hay diferentes aspectos de la vida cotidiana que mantienen un alto número de casos de dichas enfermedades, y actualmente se presupone que podrían duplicarse a causa de los cambios de vida actuales y futuros que vienen siendo recomendados para afrontar las posibilidades del contagio del virus. Tal como lo manifestó el jefe de sección de psiquiatría de un hospital madrileño – José Manuel Montes – “las depresiones y otras patologías se multiplicarán por dos, tras estas semanas” (psiquiatría.com)
Se habla de las dificultades que las personas tendrán que sortear después del retorno a la normalidad, aunque algunos también han planteado que saldríamos victoriosos si logramos aprender algunos cambios de la pandemia, como la calma y el hecho de priorizar asuntos más naturales por encima de los afanes que la cultura nos ha enseñado especialmente con el anhelo de hacer dinero y producir.
Apenas con un mes de cuarentena, ya las autoridades han reportado un importante aumento en los casos de violencia intrafamiliar, aumento en casos de suicidio y feminicidio, lo cual nos han manifestado abiertamente en los medios noticiosos.
Algunos de los aspectos que han modificado sustancialmente la vida de los colombianos son el encierro y el confinamiento, estos, han sido claves para el aumento de algunos síntomas de ansiedad como lo son la preocupación excesiva por lo que va a pasar y algunas sensaciones físicas como las alteraciones en el sueño, alteraciones en la alimentación y angustia percibida como una sensación en el pecho que te hace sentir acosado, sin tiempo, con mucho afán de hacer todo cuanto antes, lo cual parece producto de la poca capacidad para quemar las energías con respecto a sus días de productividad normal. Dichas situaciones se afrontan por profesionales que han puesto a disposición de la comunidad su voluntad y vocación de servicio, al notar el aumento de los reportes negativos y la necesidad de acompañamiento emocional de las personas, no obstante, se cree que al salir del aislamiento vendrán nuevas preocupaciones producto de los comportamientos recomendados para enfrentar el virus.
Entre las cosas que se consideran que podrían generar más alteraciones o problemas emocionales y de salud mental, se tienen las situaciones de duelo por aquellos que han perdido o perderán seres queridos producto del virus, aunque aún no hemos tenido un impacto tan fuerte como en los países de Italia, España o Estados unidos, se considera que el agotamiento emocional por el encierro y las carencias en la satisfacción pueden generar salidas innecesarias y exposición al contagio, lo cual podría aumentar las cifras actuales.
Otro de los aspectos que puede ser causante de estrés, ansiedad o depresión es la situación económica, la posibilidad para muchos de sobrellevar los gastos en estos tiempos en que los ingresos no son iguales que antes, el endeudamiento de los pequeños empresarios e independientes para no desfallecer, o incluso el cierre de los negocios y pequeñas empresas que no alcancen a soportar los apremios económicos de la cuarentena y que soportaban el capital familiar. En términos generales, la sensación de haber perdido el tiempo de encierro, puede generar en las personas el impulso de salir a “recuperar” lo que se perdió o lo que se dejó de producir, una carga emocional adicional si se tiene en cuenta el aumento de enfermedades relacionadas con el dolor a raíz de la somatización de situaciones emocionales no resueltas.
Esta posibilidad de una pandemia después de la pandemia, tendrá que ser prevista por las diferentes entidades de salud, los entes gubernamentales a nivel territorial, departamental y nacional, especialmente con una premisa fundamental y es que para levantar el país necesitamos personas con las fuerzas suficientes para luchar, construir y seguir adelante “no se puede levantar un país con hombres y mujeres derrotados”.
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